Reflexión. Jesús es la luz del mundo
«“Yo soy la luz del mundo -dice el Señor-, el que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Jn 8,12). En el Evangelio de San Juan, Jesús, después de no condenar a la mujer sorprendida en adulterio e invitarla a no pecar más, en conversación junto al arca de las ofrendas, expresó claramente que Él era la luz del mundo, y por tanto, que el seguimiento de Cristo ofrecía, no sólo la capacidad de disipar las tinieblas que nos rodean, sino, además, alcanzar la plenitud de la luz: la vida eterna. La luz es principio de vida y no de muerte. Jesús es la luz que lleva a la vida, nos descubre el verdadero rostro de Dios y nos libera de las tinieblas del pecado». Así comienza la reflexión que ofrece en este número el sacerdote Antonio Eloy Madueño para este IV Domingo de Cuaresma.