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Diario de una adicta (LXI). El combate invisible

Publicado: 02/06/2017: 3670

Carmen me ha traído unos temas para analizarlos y estudiarlos. Se refiere a la importancia que tiene nuestro mundo interior que es la verdadera realidad con la que estamos todo el día.

Con unas cuantas sesiones me entusiasmé con las proposiciones de los apuntes, y la alegoría del árbol frondoso, esplendoroso, lleno de colorido y fortaleza, que causa admiración por su belleza y su salud, y que tiene su fundamento y  su causa en unas raíces que no se ven, incluso son feas y quedan ignoradas, pero cuando por alguna razón no se encuentran cuidadas, todo ese conjunto se marchita rápidamente y se convierte en un árbol triste y agonizante. Estas raíces representan el contenido que rellena nuestra mente, y el decir que somos lo que pensamos resumen la dirección en la que tenemos que ir todos los que nos hemos equivocados en el camino.

Que la droga es un error en el camino de la felicidad es una verdad que se hace evidente después de andar mucho tiempo, y es que, a pesar de todo, la luz de la experiencia sólo alumbra, desgraciadamente al que la lleva, como los mineros con su lámpara en el casco. Es mi deseo intentar ampliar esa luz, al menos a las personas que se encuentren a mí alrededor.

Entrar en mi interior nunca lo había hecho como hasta ahora y esto me ha iluminado para saber que yo no quiero existir sino vivir, y al contemplar mis sombras y mis miedos, he iniciado una ruta de autoconocimiento en el se presentaban algunas explicaciones que me facilitan alejarme de obsesiones y culpabilidades que me esclavizaban, y en las que he encontrado ratos de armonía y de paz.

La experiencia de poder contemplar como en un escenario mis conflictos, pasiones y cavernas, me ha hecho descubrir que soy algo más que un cuerpo y una mente, y me abre unos espacios en los que encuentro un refugio donde ponerme a salvo de las tormentas de la superficie. Arreglar mis conflictos, aunque sea de manera virtual, me hace acudir a ese refugio interior donde me descargo de lastres y esto me hace volar con más libertad y más alegría.

¿Por qué escribir? Es un ejercicio que quiero y necesito para proclamar que existo, que no soy invisible, que deseo profundamente ser reconocida, querida, considerada, valorada y, al sentirme útil, recuperar mi dignidad. Escribo porque más que ser escuchada quiero oírme a mí misma y descubrir quién soy y decidir un proyecto de futuro que ofrezca significado a mi vida.

José Rosado Ruiz

Médico acreditado en adicciones

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