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Diario de una adicta (LIV). Sesión de sofrología

Publicado: 17/04/2017: 3453

Carmen se presentó a media tarde. Yo por indicación suya había comido menos de lo normal, y a mis padres le expliqué lo que íbamos a hacer para que guardaran el mayor silencio posible.

Tumbada en la cama y con los ojos cerrados me dejé llevar por sus indicaciones: respirando con tranquilidad, relajando los músculos del cuerpo y de una manera especial los de los párpados y concentrando mi mente en lo que ella me decía. Poco a poco yo noté que empezaba a perder contacto con la realidad externa y entraba dentro de mí misma. Me sentí como flotando y con una sensación de placidez, parecida al rato después del consumo, cuando iba saliendo de los efectos de la droga, pero ahora la percepción de sedación y paz era muy diferente. Apenas me acordaba de nada al regresar de la relajación, pero Carmen, al explicarme con todo detalle su desarrollo, fui recordando muchas de las escenas y comentarios. Yo tenía la sensación de ser consciente de todo e incluso de poder terminar cuando quisiera, pero tampoco deseaba hacerlo, pues experimenté una vivencia de alejamiento tranquilo de los problemas, y sentí y viví la fortaleza de mi decisión de rechazar el pensamiento de droga. Me dijo que había conseguido un buen estado sofrónico y que, si yo quisiera, podríamos utilizarlo en algunas ocasiones. Mi respuesta fue efusivamente positiva. Soy plenamente consciente, y a medida que avanzo en mi recuperación lo soy aún más, que la droga me ha dejado disminuido de mis recursos propios y un déficit, que ni te explicas ni comprendes, de algunos aspectos que se consideran esenciales para normalidad de vida de cualquier persona. Parece que a medida que voy recuperando el control de mis pensamientos me salen mejor todas las cosas.

Al ponerme un horario con unas horas de trabajo en casa, me he responsabilizado de la comida, la limpieza y las camas, y a mi madre la he obligado a reincorporarse al trabajo. Ella me tiene que traer la compra y dejarme, por escrito lo que tengo que hacer en la cocina. Las otras horas del día las tengo cubiertas con el trabajo de relajación, el estudio de los programas de autoayuda que tengo que discutir con Arturo, el médico, y Carmen, el diario reflexivo, leer sobre el cerebro y especialmente estoy creando unos espacios interiores como refugios donde ponerme a salvo, y trabajar en crear un proyecto de futuro con argumentos suficientes para dirigir mi vida en esa dirección, y es lo que mantiene mi mente encendida, ilusionada y en llamas.

José Rosado Ruiz

Médico acreditado en adicciones

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