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Diario de una adicta (XLVIII). Recordando el aborto

Monumento al niño no nacido
Publicado: 04/03/2017: 6413

El jueves llamé a Carmen y ese mismo día empezamos las terapias. Le comenté lo que estaba haciendo, mis proyectos, miedos, temores y el relío de emociones que me llenaban por dentro.

¡Qué bien me entendió y con qué cariño me hablaba! Creo que he encontrado una profesional y una amiga. Vendría casi todas las semanas para discernir los objetivos que me iba poniendo y reflexionar sobre las lecturas de los libros de autoayuda,  funcionamiento mental, relajación y cuestiones puntuales que fueran saliendo. Experimenté un gran impulso en mi interior y me convencí que una persona que se interese por otra, en serio y profundidad, puede obrar auténticos milagros. Yo me sentía cada vez más segura de mi misma, pero esto no me aliviaba de algunos momentos en que saltaban, a mi consciente, acontecimientos que deseaba enterrar.

Quedan muchísimos flecos, pero exponerlos y sacarlos a la superficie para analizarlos me sirve de desahogo y de terapia, y creo que me ayudará a encontrar las posibles soluciones.

En las últimas semanas hemos tocado el tema del aborto que me persigue en sueños y en vela. ¿Cómo sería mi niño?, ¿por qué lo hice?, ¿qué hubiera pasado si lo hubiera tenido? Eran preguntas en que las respuestas se convertían en episodios de amarguras.

Cuando analizamos la situación, Carmen me insistía en que aquellos momentos mi situación era confusa y mi conciencia secuestrada por  la droga. Mi autocontrol no existía, ni podía tener consistencia por el estado mental en que me encontraba. No podía juzgar un acontecimiento sin ponerme en el mismo contexto en que ocurrió.

- Paula, vamos a recrear en la imaginación, con todos los detalles posibles esa etapa de tu vida. Vamos a revivirla lo más exactamente posible y verás como tus culpas se modifican. No te juzgues. Asume el pasado como experiencia para construir el presente, y pon los ojos sobre el futuro-.

Me dejó ideas para mis pensamientos y una especie de conformidad parece que alcancé. Ella me ha enseñado a pensar y razonar, introduciendo las diversas perspectivas y sacando diferentes conclusiones. ¡Cuánto le tengo que agradecer! También me ha hecho valorar el valor de la escucha. Saber escuchar me está sirviendo para enriquecerme y comprender a los que me rodean. Con la actitud de escucha, mi padre me ha sorprendido con sus reflexiones y nos ha creado una unión que no hubiera sospechado en la vida. Realmente el truco es muy sencillo: escuchar a los demás como yo desearía que a mí me escucharan: atención activa, de manera selectiva y con interés manifiesto. Exactamente como lo exigen los niños a sus padres

José Rosado Ruiz

Médico acreditado en adicciones

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