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Misa exequial por D. Manuel Moyano

Publicado: 16/11/2002: 1996

16 de noviembre de 2002

 Misa Exequial por D. Manuel Moyano

16 de noviembre de 2002

            1.- La muerte de un ser querido –y Manolo lo ha sido muchísimo para vosotros— es siempre para los cristianos motivo especial de oración. Necesitamos comunicarnos con Dios. Éste es precisamente el sentido fundamental de nuestras “exequias”: orar, ponernos en contacto con Dios, darle gracias, solicitar su misericordia, consolarnos mutuamente son su Palabra.

            Es el motivo que nos reúne hoy en esta mañana.

            Unidos a sus familiares y en torno a sus restos mortales, celebramos la Eucaristía funeral. Damos gracias a Dios por todo lo que ha realizado en Manolo y a través de su ministerio presbiteral.

            Bendecimos al Señor que lo ha sostenido en su vida y le ha purificado en su larga enfermedad,

            Meditamos junto a los despojos en el misterio cristiano de la muerte. Recogemos con suma atención el aviso amoroso e interpelador de Dios, contenido siempre en la muerte de una persona próxima a nosotros

            2.- La meditación cristiana de la muerte nos conduce eficazmente a aprovechar el máximo la vida. No es saludable aquella obsesiva meditación sobre la muerte que tal vez ensombreció con exceso nuestros años pasados.

            Tampoco es saludable el actual olvido sistemático y deliberado de la perspectiva de la muerte. Este olvido se ha convertido hoy en una obsesión de signo contrario. Muchas personas reprimimos el pensamiento de la muerte. Esta represión, lejos de ser fuente de alegría y libertad, es origen de malestar y de trastornos. Reflexionar cristianamente sobre nuestra muerte nos conduce además a vivir ante Dios Padre como hijos y hermanos.

            La muerte de Manolo debe conducirnos a formularnos una pregunta única y múltiple: ¿estoy aprovechando o malogrando mi vida?, ¿estoy preparando a conciencia el último examen?, ¿estoy dispuesto a responder a Jesucristo el día en que me llame?, ¿estoy sembrando semillas de Resurrección?, ¿tengo ceñida la cintura y encendidas las lámparas?

            3.- Esperamos que nuestro hermano Manolo ya esté viviendo la alegría de haber constatado la verdad de las palabras de Jesucristo:

“Venid, los que estáis cansados y agobiados, que yo os aliviaré… Soy manso y humilde de corazón… En Mi encontraréis descanso…”

            Esperamos que ya haya experimentado que nada ni nadie, ni la aflicción, ni la angustia, ni peligro alguno…, ni la vida, ni la muerte, nos pueden separar del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús.

            Porque la Virgen María, la Madre de tu Hijo, Madre también nuestra, siempre estuvo presente en la vida y en la muerte de nuestro hermano Manolo. Y porque sabemos que nos acompaña siempre, ¡te damos gracias, Señor!

            Y hacemos nuestra hoy la proclamación de un cristiano del siglo II, que nos recuerda la Segunda Lectura del Oficio Divino:

“Al solo Dios invisible, Padre de la Verdad, que nos ha enviado al Salvador y Autor de nuestra incorruptibilidad, por el cual nos ha dado también a conocer la verdad y la vida celestial, a Él sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.”

+ Antonio Dorado Soto,

Obispo de Málaga

Autor: Mons. Antonio Dorado Soto

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