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Festividad de la Virgen del Pilar

Publicado: 12/10/2002: 1092

 Festividad de la Virgen del Pilar

12 de octubre de 2002

1.- Celebramos hoy la Fiesta de la Virgen del Pilar. En esta Fiesta queremos
recordar una tradición que hunde sus raíces en el mismo hecho de la evangelización
de la fe cristiana: fe cristiana sembrada en nuestras tierras, que esa misma
venerabilísima tradición atribuyó a Santiago el Mayor, alentado en esa tarea por la
Virgen bajo el título de ‟Virgen del Pilar‶.

Dice tan venerable tradición, por lo que respecta a la Virgen del Pilar, cómo
Santiago, el ‟hermano del Señor‶, motejado por Jesús ‟hijo del trueno‶, arribó a las
costas de España para predicarla fe. Esta misma tradición nos recuerda la dificultad
de la tarea evangelizadora entre los españoles y el desaliento del apóstol a las orillas
del Ebro, donde María, viviendo todavía, se le presentó milagrosamente en carne, de
pie sobre una columna traída por los ángeles, para animar su labor evangelizadora.

Con las palabras de la Oración Colecta, pedimos hoy a Dios que por la
intercesión de Santa María del Pilar nos conceda ‟fortaleza en la fe, seguridad en la
esperanza y constancia en el amor‶.

Fortaleza, seguridad y constancia: ¿no son acaso esas las virtudes que
especialmente necesita la Guardia Civil y que tal vez justifica la razón por la que ellos
la proclaman ‟su patrona‶.

2.- La Virgen del Pilar es aliento de nuestra esperanza; intercede por
nosotros con amor de Madre; nos comprende porque Ella sabe por experiencia propia
en qué consiste la vida, con sus luces y sombras, sus gozos y sufrimientos.

Hemos venido a celebrar su fiesta con la convicción creyente de que la ayuda
de la Virgen del Pilar nos fortalece y consuela en el camino que es la vida.

Haciéndonos eco del clamor de nuestro pueblo, pedimos a la Virgen del Pilar:

 â€ŸEa, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos
misericordiosos y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto
bendito de tu vientre‶.

Con ansias de paz, de serenidad y de reconciliación, dirigimos desde el corazón
esta súplica a la Virgen:

‟Oh Madre de Dios y hombre; oh concierto de concordia, Tú que tienes
por renombre `Madre de misericordia´, tanto vales, da remedio a nuestros
males‶. (Juan de la Encina).

3.- Junto a la Madre de Dios y nuestra Madre reforzamos los lazos de
hermanos y hermanas. ¡Que broten sin cesar en nuestro corazón sentimientos de
paz, que la paz de Dios custodie nuestros pensamientos, que nuestros labios hablen
palabras de verdad y libertad y respeto, que con nuestras acciones cotidianas seamos
pacificadores, que de cara al futuro compartamos proyectos de paz.

Los valores de justicia y amor arraigados en el espíritu son insustituibles para
construir la vida social sobre cimientos sólidos.

‟No matarás‶, es el mandamiento de la Ley de Dios, inscrito también en la
conciencia de todo hombre, a través del cual manifiesta el Señor cómo ama, custodia
y defiende la vida de todos sus hijos. Dios mismo se hace garante de la dignidad
inviolable de toda persona. Por desgracia tenemos que repetir una vez más ‟no
matarás‶, ante los asesinatos terroristas, ante la tremenda ofuscación de la mente y
la gravísima inmoralidad que implica el disponer de la vida de las personas como
instrumento para alcanzar objetivos políticos. El hombre y la mujer, en su dignidad
personal, son el sujeto de todas las instituciones sociales. Por esto, es prioridad básica,
en la que todos los ciudadanos de paz debemos estar unidos, el que la organización
terrorista ETA deje de existir.

En la fiesta de la Virgen del Pilar quiero apoyar, recordar y recomendar a la
protección de la Madre de Dios, a las víctimas del terrorismo y a sus familias; a los
supervivientes de atentados que han dejado en su cuerpo y en su espíritu profundas
heridas; a los amenazados por la violencia persecutoria, que pone en peligro su vida,
inquieta diariamente a las familias y recorta injustamente su libertad. En cada persona
amenazada somos todos amenazados en nuestra libertad, en nuestro futuro.


4.- Nuestra Iglesia Diocesana, a través de las diversas vocaciones, quiere
irradiar el mensaje evangélico en la sociedad, impulsando con palabras de Juan
Pablo II, ‟una nueva civilización bajo el signo de la libertad y de la paz, en contra de la
violencia y del terror‶.

La nueva civilización, de la que habla el Papa, tiene su centro en las
bienaventuranzas de Jesús, el Bieventurado por excelencia, y en el Magnificat de la
Virgen María.

María ha sido feliz porque ha creído, porque se ha fiado de Dios y se ha puesto
incondicionalmente a sus disposición. Dichosos son también quienes, porque Dios es
su tesoro, renuncian al señorío del dinero, los misericordiosos, los de corazón limpio
y sin malicia, los que buscan la justicia, el Reino de Dios y trabajan por la Paz.

Lo menos que puede decirse al contemplar la crisis d e ética y de moralidad en
nuestra sociedad, es que la ética personal, la ética social y la ética política pierden un
firme punto de apoyo cuando se debilita la auténtica fe cristiana.

Se hace más difícil, sin creer en Dios, ser honesto, trabajar por el bien de los
demás, no volvernos arrogantes, ser sensibles a los marginados y respetar los
derechos de los hombres. Cuando la fe cristiana está viva, de ella nace una fuerza
increíble.

Cuando la fe se debilita es aún posible la conducta moral, pero pierde un
fundamento importante. Y es que, con frecuencia, construir un mundo sin Dios es
construirlo contra el hombre.

Por eso, los que celebramos la fiesta de la Virgen del Pilar, la mujer
bienaventurada porque fue creyente, le pedimos con confianza que fortalezca nuestra
fe, para que de ella nazca un aliento moral que regenere nuestras vidas y contribuya
a la regeneración de la sociedad.

¡Santa María del Pilar, Reina de la Paz, ruega por nosotros!

+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Autor: Mons. Antonio Dorado Soto

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