Publicado: 00/12/1990: 1222

Navidad es el gozo sin límite de saber y sentir que Dios-está-con-nosotros.

Esa es la verdad más decisiva para nosotros, la más auténtica, la última, la
verdad más hermosa.

Nuestra primera actitud ante el misterio ha de ser siempre la adoración.

Dejémonos penetrar el alma por la alegría de este Dios cercano y entrañable.
Aunque no lo entendamos. La verdad es que Dios se ha hecho hombre.

El hombre actual ha quedado en gran medida atrofiado para descubrir a Dios.
Se ha hecho ‟incapaz de Dios‶.

Movidos exclusivamente por intereses egoístas, endurecidos por dentro, sin
capacidad de abrirnos a Dios por ningún resquicio de nuestra existencia, caminamos
por la vida sin la compañía interior de nadie, viviendo un estilo de vida que nos abruma
y empobrece.

La fe cristiana es, antes que nada, descubrimiento de la Bondad de Dios,
experiencia agradecida de que sólo Dios salva.

Dios existe. Está ahí, en el fondo de nuestra vida. Somos acogidos por Él.

Ante un Dios del que sólo sabemos que es Amor, no cabe sino el gozo, la
admiración y la acción de gracias.

Estamos acostumbrados a escuchar que ‟Dios ha nacido en un portal de Belén‶.
Ya no nos sorprende ni conmueve un Dios que se nos ofrece como niño. Pero ésa es
justamente la noticia de la Navidad: ahora sabemos que Dios no es un ser tenebroso
y temible, sino alguien que se nos ofrece cercano, entrañable, desde la ternura y la
transparencia de un niño.

Éste es el mensaje de navidad. Hay que salir al encuentro de ese Dios y hay que
cambiar el corazón, hacerse niños, nacer de nuevo, recuperar la transparencia del
corazón, abrirse confiados a la gracia y al perdón .

Este día de Navidad se nos pide confiarnos a Dios. Creer en la fuerza del amor.
Cada uno de nosotros hemos de sentirnos llamados a llenar nuestro corazón de amor,
no de violencia; de ternura, no de agresividad; de diálogo, no de guerra. Entonces
podremos cantar también este año: ‟¡Gloria a Dios en los cielos y en la tierra paz a los
hombres que ama el Señor!‶.

La Navidad no es una fiesta fácil. Sólo puede celebrarla desde dentro quien se
atreve a creer que Dios puede volver a nacer en nosotros, en nuestra vida diaria. Ese
nacimiento será pobre, frágil, débil como fue el de Belén. Pero puede ser un
acontecimiento real. El verdadero regalo de Navidad.

Felices los que sienten necesidad de Dios, porque Dios puede nacer todavía en
sus vidas.

Felices los que, en medio del bullicio y el aturdimiento de estas fiestas, sepan
acoger con corazón creyente y agradecido el regalo de un Dios Niño. Para ellos habrá
sido Navidad. Y se despertará en nosotros una alegría diferente, nos inundará una
confianza desconocida.

Porque Dios es el regalo mejor que se nos puede hacer a los hombres.

+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Autor: Mons. Antonio Dorado Soto

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