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"El padrenuestro" (I) Por el sacerdote Lorenzo Orellana

Publicado: 18/02/2016: 38464

Creo que el Padrenuestro es un monumento de sabiduría, fe y esperanza. Por eso, en estos días en que está siendo tan mal traído y llevado, permitidme, esta mínima reflexión.
A simple vista parece una oración sencilla, pero a medida que penetramos en ella trasluce hondura y belleza.

Está compuesto por una invocación y siete súplicas.

Sus dos primeras palabras indican que estamos ante una oración comunitaria, pues invocamos a Dios como Padre y Padre nuestro. Por tanto, aunque estemos en soledad, nos empuja a la fraternidad.
Tras el enunciado añade: que estás en el cielo. Lo que quiere decir que se trata del Padre celestial, que nadie debe confundir con un padre terreno.

Y a continuación, se desarrolla en siete súplicas. Las tres primeras, miran al Padre: santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo.
Esta última comparación: en la tierra como en el cielo, señala que el cielo es el paradigma, es decir, que como en el cielo, así en la tierra santifiquemos su nombre, venga su reino y cumplamos su voluntad.
A continuación, las súplicas se refieren a lo que necesitan los hijos: el pan, el perdón, no sucumbir a la tentación sino librarse del mal.

También nos está indicando que si la referencia al Padre precede a las súplicas, es que Dios es lo primero. Y que, por ello, cuando vayamos a orar, antes de pedir, contemplemos al Padre y alabemos su nombre, su reinado y su voluntad, y después supliquemos. Supliquemos los dones que necesitamos para seguir alabándole: el pan que es nuestro, de todos, nunca mío y sin el cual no hay hijos; el perdón, que Dios nos da según nosotros seamos capaces de perdonar, y sin el cual no somos hermanos; el no caer en la tentación, sino vernos libres del mal y del malo que nos acecha.

Esta mínima reflexión nos lleva a pensar que las siete súplicas son antropocéntricas, pues todas ellas consideran los intereses del hombre, ya que es el hombre el que tiene necesidad de que sea santificado el nombre de Dios, de que venga su reino y se cumpla su voluntad, pues solo así se realizará el proyecto salvador que Dios nos ha confiado. Y sólo así construiremos una sociedad de hermanos.

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Lorenzo Orellana

Sacerdote diocesano

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