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Clara, mujer migrada: «Dejamos nuestra familia, nuestro país, y aquí nos sentimos muy solos»

Publicado: 10/07/2024: 5727

Círculo de Silencio

En Málaga capital, esta convocatoria pública de oración y reflexión sobre la realidad de las personas migradas se celebra cada segundo miércoles de mes, de forma habitual en la plaza de la Constitución. La Delegación de Migraciones de la Diócesis de Málaga convoca en ellos a todos a reunirse para compartir en la calle un espacio en el que la mirada esté puesta en ellas y en su dignidad. En uno de los últimos, una mujer migrada compartió su testimonio de soledad.

En el Círculo de Silencio del miércoles 10 de julio, se compartió el testimonio de Clara, abogada de Paraguay que vino buscando un futuro mejor para ella y los suyos:

En la reflexión, miembros de esta delegación diocesana destacan que «han muerto más de 5.000 personas en su intento de llegar a España. Unas 33 personas al día (diez veces más que los producidos por accidentes de tráfico). En lo que llevamos de año, han llegado a nuestras costas unas 24.000 personas, de las cuales, 5.100 son menores».

Ante cifras como esa, la Iglesia denuncia el mensaje alarmista que copa los medios de comunicación y muchos discursos políticos, y que despiertan el miedo y la inseguridad ante una supuesta "avalancha" de migrantes. 

«El discurso anti-inmigración que está a las puertas de triunfar en los países europeos cuenta con una base sólida también en la legislación con la reciente aprobación del Pacto europeo sobre migraciones», afirman. «Promovemos la creación de un «Pacto contra el Pacto» que respete y fortalezca los valores humanos y los derechos de las personas migradas, contrarrestando las disposiciones actuales. O somos una Iglesia acogedora y misionera, o no seremos».

¿Qué es el Círculo de Silencio?

Los Círculos de Silencio están inspirados en la “no violencia” y comienzan en Francia por iniciativa de un sacerdote franciscano francés, Alain J. Richard, para promover la solidaridad con los inmigrantes y que apela a la conciencia de quienes hacen las leyes, de quienes las aplican y de aquellos en cuyo nombre son hechas. «Si no cambiamos nuestras conciencias, no podremos cambiar el mundo. Ésa es la premisa sobre la que gira este encuentro en el que pueden participar creyentes y no creyentes. En él se invita a todos los asistentes a reflexionar u orar durante media hora, en silencio, sobre el drama que están viviendo los emigrantes y refugiados», afirma Ramón Muñoz, miembro del equipo de la Delegación Diocesana de Migraciones. El objetivo no es promover acciones concretas, sino, como explica Muñoz, que cada persona «a raíz de esta reflexión, se sienta interpelada y urgida a actuar en su propio ambiente acogiendo a estas personas, dándole voz, porque su grito se ha debilitado y silenciado a causa de la indiferencia de los pueblos ricos. No podemos caer nosotros mismos en la indiferencia que humilla, en la habitualidad que anestesia el ánimo, como nos recordaba el papa Francisco en la bula de convocación del Jubileo de la Misericordia. Nuestra denuncia y nuestra presión pueden hacer cambiar la política de nuestros gobiernos». Y añade: «con este gesto queremos hacer realidad la recomendación que nos hacía el Papa a las diócesis, de que la celebración de la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado no se redujera sólo a un hecho puntual. Por eso ponemos en marcha el “Círculo de Silencio” con vocación de perdurabilidad, hasta que los derechos de estos hermanos nuestros sean respetados».

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