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125 aniversario de la Adoración Nocturna Española en Málaga

Publicado: 14/06/2008: 1453

1.- “Aclama al Señor tierra entera, servid al Señor con alegría, entrad en su presencia con vítores. Sabed que el Señor es Dios: que Él nos hizo y somos suyos”.

Con estas palabras nos invita el Salmo 99 a reconocer y proclamar con agradecimiento el amor de Dios y su presencia salvadora permanente en medio de su pueblo.

Ese mismo es el mensaje de la Eucaristía y de esta Vigilia Diocesana, con la que celebramos el 125 aniversario de la Adoración Nocturna en Málaga. Así lo expresa uno de los himnos más significativos que solemos cantar estas noches:

“Alabad al Señor,
sus grandezas cantad;
es el Dios del Amor,
de la inmensa Bondad”.

Esta noche vamos a dar gracias a Dios, a glorificarle y alabarle porque nos alimenta en nuestro viaje hacia la Pascua eterna, como nos dice el Prefacio III de la Santísima Eucaristía. Vamos a darle gracias por los 125 años de la Adoración Nocturna en nuestra diócesis: ¡125 años de presencia real de Jesucristo en la Eucaristía y 125 años de adoración y amor a Jesús Sacramentado!

Esta celebración nos invita a dar gracias por tanta Bondad y por tanta Fe en nuestra Iglesia de Málaga.


2.- “Venid adoradores, adoremos”.

Tomo estas palabras de un conocido himno cuyo autor se distinguió por su devoción a Jesucristo presente en la Eucaristía. Uno más de los incontables hombres y mujeres que han encontrado en la Adoración Eucarística una fuente inagotable de vida evangélica. Entre ellos también vosotros, los miembros de la Adoración Nocturna Española.

Para los católicos la adoración es el culto que dirigimos a Dios y que nos adentra en el misterio de su existencia y de su amor entrañable. Un aspecto de este culto es la adoración del Santísimo Sacramento que prolonga e intensifica lo que acontece en la celebración de la Eucaristía. Dado que “la Liturgia es la cumbre a la que tiende la acción de la Iglesia y, al mismo tiempo, la fuente de donde mana su fuerza”, como dice el Concilio (SC, 10), los miembros del Pueblo de Dios sabemos que la celebración de la Santa Misa es el centro de la vida cristiana, pero prolongamos dicha celebración en la Adoración al Santísimo Sacramento del Altar. Con palabras de Benedicto XVI, “en la Eucaristía el Hijo de Dios viene a nuestro encuentro y desea unirse a nosotros; la adoración eucarística no es sino la continuación obvia de la celebración eucarística, la cual es en sí misma el acto más grande de adoración de la Iglesia” (Sacr. Charitatis, 66).


3.- Por eso:

“Cantemos al Amor de los amores;
cantemos al Señor.
Dios está aquí;
venid adoradores, adoremos
a Cristo Redentor…
Cielos y tierras bendecid al Señor”.

En esta noche de adoración queremos proclamar que para los cristianos la Eucaristía es el centro del mundo y el centro de la vida. La Eucaristía lo es todo; verdaderamente todo, porque la Eucaristía es Jesucristo. Es Jesús vivo y operante, el “verdadero Pan bajado del Cielo”, en el cual el Padre Dios le da a cada hombre de todo tiempo y lugar el Don Personal de su Hijo Jesucristo.

Es el don de todo lo que Él es y ha hecho a través de la pobreza radical de la apariencia de pan. Para saciar su hambre en nosotros con el Pan de Vida que nos transforma en Él. Y así nos permite vivir con su vida, haciéndonos capaces de hacer lo que Él ha hecho.

Ante la Eucaristía nos sentimos movidos a cantar públicamente al Amor de los Amores, porque Dios está aquí y porque la Eucaristía es Jesucristo vivo entre nosotros y en nosotros; el Pan vivo bajado del Cielo; y nos sentimos interiormente impulsados a anunciar a todos los hombres que “el que come de este Pan, vivirá para siempre”.


4.- Es natural que hayan surgido, a lo largo de la historia, numerosas personas y movimientos para alentar los ejercicios de piedad que nos llevan a postrarnos humildemente ante el Sagrario. El Beato Manuel González dejó una profunda impronta de piedad eucarística en la diócesis de Málaga mediante su vida, su enseñanza y su actividad pastoral y en la fundación de las Misioneras Eucarísticas de Nazaret. La llama que él encendió y alimentó tiene que seguir viva entre nosotros e irradiar con nuevo ardor en nuestras comunidades. Por que el culto privado y público a Jesucristo Sacramentado reaviva nuestra fe, fortalece nuestro amor y fecunda nuestra labor evangelizadora. Lejos de apartarnos del amor fraterno y de nuestro compromiso con los más pobres, nos da fuerza y luz para imitar a Jesucristo y seguirle también por esta senda.

Tenemos una gran riqueza de grupos que centran su espiritualidad en la adoración eucarística; pero es necesario contagiar esta mística a todo el Pueblo de Dios: a los sacerdotes, a todos los que desempeñan algún ministerio apostólico y a los cristianos en general.

Hoy invito a cada parroquia y a todos los miembros de la Adoración Nocturna a revisar lo que estamos haciendo en este campo y las posibilidades que tenemos de mejorar, pues estoy convencido de que la piedad y la adoración eucarística contribuirán mucho a fortalecer nuestra fe y a transmitirla a los demás. Con palabras de Benedicto XVI: “… será de gran ayuda una catequesis adecuada en la que se explique a los fieles la importancia de la Adoración Nocturna, que permite vivir más profundamente y con mayor fruto la celebración litúrgica. Además, cuando sea posible, sobre todo en los lugares más poblados, será conveniente indicar las Iglesias y oratorios que se pueden dedicar a la adoración perpetua” (Sacr. Charitatis, 67).

“Oh Dios, que en este Sacramento admirable de la Eucaristía nos dejaste el memorial de tu Pasión; concédenos la gracia de poder seguir venerando, en la Adoración Nocturna, los sagrados misterios de tu Cuerpo y de Sangre; y que nuestra adoración sea tan auténtica y tan en espíritu y verdad, que experimentemos constantemente en nosotros el fruto de tu Redención”. Amén.


+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

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