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Navidad 2007. Dios con nosotros

Publicado: 25/12/2007: 937

Vamos a celebrar un año más la fiesta de Navidad. Para nosotros, católicos, celebrar es mucho más que un recuerdo: es volver a hacer presente y actualizar sacramentalmente el misterio del Nacimiento del Hijo de Dios en las entrañas purísimas de la Virgen María.

En el Niño de Belén descubrimos por la fe la presencia de “Dios-con-nosotros”. San Juan lo expresa en el Evangelio de hoy con una frase que nos ofrece la causa y el motivo de nuestra alegría, el contenido propio de la fiesta: “El Verbo de Dios se hizo carne y habitó entre nosotros”. Por eso un famoso teólogo español se preguntaba ayer en un periódico si tiene sentido hablar de la alegría de estos días y desearnos la felicidad sin algo que la fundamente y nos permita obsequiarnos unos a otros, porque un don supremo nos ha agraciado a todos; si es posible celebrar la Navidad en un tiempo de increencia y desacato.

La Navidad nos recuerda que Dios ama tanto a los hombres que ha querido hacerse hombre para hacernos a todos hijos de Dios. Y resulta sobrecogedor ver a Dios tendiendo las manos al hombre desde la humildad desvalida de un Niño pobre.


2.- Él ha venido a “anunciar a los pobres la Buena Noticia, a proclamar la liberación de los cautivos, para dar la libertad a los oprimidos y la vista a los ciegos y proclamar un año de gracia del Señor”. Él, que no juzga por apariencias ni sentencia de oídas, nos invita a todos a ir al encuentro de Dios y del hombre. Navidad es la Fiesta de encuentro; es una fiesta para salir al encuentro. Es una llamada a que salgamos de nosotros mismos, de nuestro estrecho horizonte egoísta o partidista, al encuentro de Dios y de las personas. Navidad es eso: “Dios viene a nuestro encuentro”. No hay Navidad sin encuentro personal con Dios. No hay Navidad sin encuentro efectivo y afectivo con las personas, sobre todo con las más solas, las más débiles, marginadas y pobres. Navidad es fiesta de Fe y de Amor, fiesta de encuentro.


3.- Desde el misterio de Belén, Dios nos está buscando a sus hijos para llenar nuestro corazón de vida y nuestra vida de esperanza. Y hay muchos caminos para acercarse a Belén.

Para algunos será el camino del compartir; para otros el camino de la plegaria: acercarse al Sacramento del perdón y vivir una experiencia gozosa de saberse amado y acogido por Dios.

Para todos, el camino a Belén es la escucha atenta del Evangelio que nos proclama la Iglesia en este tiempo litúrgico. Él nos anuncia que el Reino está cerca. Y que todo gesto de amor al hombre es un paso que nos conduce hacia Belén: donde Dios y el hombre se encuentran en la adoración, en la alegría y en la paz. Porque Dios ha entrado para siempre en nuestra historia y se ha quedado presente entre los hombres, en cada hombre.


4.- La Navidad cristiana es celebración y es anuncio de la cercanía entrañable de  Dios que llega al corazón de cada uno. Dios no es un ser alejado, al cual nunca se puede llegar. Se halla totalmente próximo y se puede alcanzar siempre. Es “intimior (íntimo) meo”, como decía San Agustín. Él tiene tiempo para mi; tanto tiempo que hubo de nacer en el portal y que permanece siempre como hombre.

  María, la Virgen Madre que “estaba en pasmo”, como nos dice San Juan de la Cruz, nos está llamando desde el portal. Ella, que es la puerta del Cielo, puede introducirnos hasta el misterio hondo de Dios.

Para todos la Navidad es una nueva oportunidad de encontrarnos al Niño con la Madre, como los pastores y como los Magos, y poder cantar luego, con entusiasmo, las maravillas de lo que “hemos visto y oído”. Así podremos decir todos nosotros, como cristianos: “hemos visto su gloria”. Y precisamente partiendo de eso se podría explicar lo que es creer; ver o contemplar su gloria en medio de este mundo.

Dejemos, pues, que la alegría tranquila de este día penetre en nuestra alma.

¡Señor, que en este día venga a nosotros tu Luz, que venga tu Alegría! Amén.

 

+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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