DiócesisHomilías Mons. Dorado

Solemnidad de “Todos los Santos”. Ciclo B

Publicado: 01/11/2006: 1451

S.I. Catedral

En la Fiesta de Todos los Santos, los cristianos honramos la memoria de muchísimas personas santas no canonizadas en la tierra. Unas son conocidas, otras no. Todos seguramente hemos conocido personas, hombres y mujeres, de las que hemos dicho con admiración: “Fulanito era un santo. Fulanita era una santa”.

Esta Fiesta se presta a muchos comentarios. Si os fijáis en las lecturas bíblicas, vemos que se deducen de ellas tres pensamientos fundamentales:

1º.- Que hay que acostumbrarse a ver la vida desde el final. Lo que ahora estamos haciendo vale mucho o poco según nos ayude o no a preparar esa vida interminable y eterna de los santos. Ésta tendría que ser el criterio fundamental a la hora de escoger las cosas que tenemos que hacer y las que no valen la pena. Lo demás es paganismo: hacer lo que nos gusta.

2º.- Podemos pensar y actuar así por la gran bondad de Dios, que ha querido hacer las cosas de esta manera. “La salvación es de nuestro Dios”. Mucha gente vive obsesionada por las cosas materiales como si no hubiera otra esperanza. O se dejan llevar de la tristeza y la desesperación como si no hubiera otra salvación. Puede haber sufrimientos y tribulaciones pero por encima de todo está la bondad de Dios que nos tiene abiertas las puertas de la gran salvación y la felicidad eterna. En todo momento y para todos.

3º.- El camino de la salvación y de la felicidad no es como muchos piensan. No se llega a la felicidad verdadera por el camino del mucho dinero, de las diversiones locas, o del sexo desenfrenado y degenerado.

El camino de la bondad felicidad verdadera lo abrió Jesucristo con su propia vida y desde entonces ha quedado abierto para todos. El Evangelio, en el texto de las Bienaventuranzas que hemos proclamado, nos ha señalado los pasos fundamentales:

- hay que empezar por la pobreza de corazón, que es sobriedad, humildad y confianza en Dios.

- y seguir por el camino de la justicia verdadera, la que viene de Dios, la que disfruta haciendo el bien a los demás.

- hace falta valorar la misericordia, la comprensión, el respeto a los demás y el servicio a cuantos necesitan de nosotros.

- hay que buscar y favorecer siempre la paz, como lo más parecido a la vida de fraternidad y alegría que Dios quiere para todos los hombres. La violencia, la agresividad y las amenazas no sirven para nada, ni para engrandecer causa alguna.

- todo está en el amor y el servicio de Dios Padre y de Jesucristo, por quienes vale la pena vivir y morir.

- y como una gran estrella de esperanza que nos guíe y nos aliente siempre, esta gran promesa del Señor: “Vuestra recompensa será grande en el Cielo”.

A la Virgen de la Victoria, Madre y Abogada nuestra, pedimos que seamos también nosotros uno de estos santos que hoy recordamos y celebramos los cristianos.

En el Apocalipsis San Juan vio a todos ellos vestidos de blanco, símbolo de la bondad y la pureza; y con palmas en las manos, símbolo del sufrimiento vencido con fidelidad y fortaleza. “Lavados con la Sangre del Cordero, porque su fidelidad y su fortaleza se alimentó del ejemplo y del amor de Cristo Crucificado”.


+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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