DiócesisHomilías Mons. Dorado Encuentro de jóvenes de las diócesis andaluzas en El Rocío (Huelva) Publicado: 18/07/2008: 892 Encuentro de jóvenes de las diócesis andaluzas en comunión con la Jornada Mundial de la Juventud (Sydney) El Rocío (Huelva) 1.- El Evangelio de hoy tiene una densidad excepcional. A partir del capítulo 11 de su Evangelio, San Mateo pone en primer plano la cuestión o el tema de la fe en Jesucristo. Ya en los capítulos 5 al 10, Jesús se había manifestado al pueblo en su doctrina, en su acción y en su programa. Juan, el Bautista, en el capítulo 11, 2-5, plantea el gran interrogante: ¿Quién es Jesús de Nazaret? Un repaso al ambiente social constata unas actitudes de menosprecio (11, 16-19), inercia (11, 20-24), oposición (12, 1-4), y calumnia (11, 20-24). En el centro de esta actitud ambiental negativa, una sublime excepción: “los pequeñuelos; los limpios de corazón sí comprenden a Jesús”. A ellos se dedica el himno que leemos hoy: es una oración de alabanza, de agradecimiento que nos hace descubrir sus sentimientos más profundos. 2.- El himno consta de tres estrofas: en la 1ª (A), Jesús bendice al Padre. En la 2ª (B), Jesús se define y se revela a sí mismo. Y en la 3ª (C), el señor invita a su Escuela. Él es el Maestro, el único Maestro, que nos invita a ser sus discípulos. A.- La 1ª estrofa es una oración suya a Dios Padre: una oración de alabanza, de agradecimiento que nos hace conocer sus sentimientos más profundos. El sentimiento más íntimo del Hijo respecto al Padre es el de la gratitud: una gratitud intensa que se manifiesta en cada momento de su vida. La ocasión que provoca la gratitud de Jesús es una circunstancia en la que nosotros, ciertamente, no pensaríamos en dar gracias: un fracaso en su ministerio. Jesús ha predicado y ha presentado el mismo Reino de Dios, pero su predicación no ha sido acogida ni por los sabios ni por los entendidos; es decir, por “la gente bien”, que es la que se encuentra en mejores condiciones para apreciar las enseñanzas y la predicación de Jesús. Los “sabios y los entendidos” deberían descubrir con mayor facilidad las cosas bellas, justas y profundas que dice Jesús. Él predicó el Reino de Dios, reveló su misterio por medio de parábolas; pero los fariseos, los escribas y los sumos sacerdotes, las autoridades del pueblo judío, no quiere n recibir esta predicación. Jesús da gracias en esta situación porque ha intuido los designios de Dios: “Te doy gracias, Padre, Señor del Cielo y de la tierra, porque ocultaste estas cosas a los entendidos y se lo revelaste a los ignorantes. Sí, Padre, esa ha sido tu elección”. Jesús comprende el designio del Padre que se opone al orgullo humano y quiere revelarse a los sencillos. Es muy cierto que la inteligencia puede suscitar el orgullo y, cuando eso sucede, en vez de servir a la verdad, se vuelve nociva. Así les pasa a las autoridades del pueblo judío. Jesús reconoce el designio del Padre; comprende que es un designio de Amor, que se revela a los sencillos, a los pequeños, a los humildes; y no puede revelarse a los corazones endurecidos. B.- La 2ª estrofa (verso 27), es una proclamación de fe. La crisis de fe que descubren los capítulos 11 y 12 del Evangelio de San Mateo gira en torno a una pregunta fundamental: “¿Quién es Jesús de Nazaret? Los “sabios” daban respuestas diversas, desconcertantes. Uno diría que se está dando hoy una situación análoga. El versículo 27 da la respuesta, que es luz de los sencillos: “Jesús es el Hijo de Dios”. Jesús expresa su relación de intimidad con el Padre: “Todo me lo ha dado mi Padre”. Cuatro afirmaciones fundamentales: a). “Ha puesto en sus manos el Universo”. Señor del Cielo y de la tierra; b). El misterio de la filiación divina de Jesús sólo lo sabe Dios: Y por Él sólo puede y quiere revelarlo, y de hecho lo ha revelado; c). La profunda identidad de Dios –la de ser Padre- sólo la conoce Jesús. d). La ha manifestado a los sencillos, los que tienen el alma y el corazón abiertos al cielo de las bienaventuranzas. C.- La 3ª estrofa es una invitación a entrar en la “escuela de Jesús”: “Venid a Mí”. El contacto personal con Cristo transforma el corazón, que ya no considera el “yugo” como “carga”, sino como “amor”. Jesús: 1.- Invita a adherirse a Él: “Venid a Mí”; a ser “discípulos suyos”; a entrar en “su escuela”. 2.- Alienta, indicando que su escuela es humana; no regida por el dominio, sino por el amor. 3.- Y ofrece el reposo al alma. La “paz asimilada” que tiene su fuente en el propio interior. “Donde hay amor –dice San Agustín- no hay pena; y si pena, ésta es amada, y así se vuelve ligera”. Pidamos en esta Eucaristía la gracia de cargar sobre nosotros el “yugo de Jesús”, tolerante y humilde de corazón, a fin de alcanzar la paz interior, el consuelo en las dificultades y al paz en nuestra relación con los otros. Pidamos también por la Paz del mundo, según el deseo del corazón de Jesús. +Antonio Dorado Soto, Obispo de Málaga Diócesis Málaga @DiocesisMalaga Más artículos de: Homilías Mons. Dorado Envío de los Profesores de ReligiónEncuentro de Catequesis de Adultos Compartir artículo Twitter Facebook Whatsapp Enviar Imprimir