DiócesisHomilías Mons. Dorado Misa con los peregrinos malagueños en el V Encuentro Mundial de las Familias (Valencia) Publicado: 07/07/2006: 814 Parroquia de San Juan de la Ribera, Valencia SÍGUEME (Lecturas del día: Am 8, 6-4.., Sal 118, Ev Mt 9, 9-13) 1.- ‟Te busco de todo corazón, no consientas que me desvíe de tus mandamientos‶ (Sal 118, 10). Pienso que estas palabras que se acaban de proclamar y que pertenecen al Salmo 118 expresan el espíritu y el motivo de nuestra presencia aquí. Nos hemos puesto en camino para buscar al Señor y seguirle, sin desviarnos de sus mandatos. ‟Te busco de todo corazón, no consientas que me desvíe de tus mandamientos. Según algunos estudiosos, hay muchos católicos que se alejan de las enseñanzas de la Iglesia, porque las consideran anticuadas; y que se está produciendo una especie de deserción silenciosa por parte de sus hijos. Es posible que tengan razón, pero opino que son, más bien, víctimas inocentes de una presión interesada que les oculta la verdad de Dios y del hombre bajo un espeso manto de silencio. El hecho del olvido de Dios es real, pero tenemos que preguntarnos por las verdaderas causas. Nosotros hemos venido a buscar a Dios en medio de este contexto social y a pedir que no permita que se desvíe nuestro corazón de su Evangelio. ¿Cómo conseguirlo? Para acoger su voz, necesitamos mantener un clima de oración y de silencio. Las incomodidades naturales en un encuentro tan numeroso, la multitud de sensaciones y la sorpresa ante la presencia de hermanos llegados de todo el mundo nos pueden privar del recogimiento necesario para orar y escuchar la Palabra de Dios actualizada, que viene a ofrecernos el Papa Benedicto XVI. Es verdad que necesitaremos tiempo y reflexión para asimilar sus enseñanzas, pero la oración viva que vamos compartir con los hermanos llegados de todos los rincones de la tierra y presidida por el sucesor de Pedro, puede constituir ese impacto existencial que necesita nuestro corazón para remover lo más hondo de nuestro ser y dar fruto abundante. No permitáis que la falta de recogimiento y de presencia de Dios conviertan esta peregrinación en una excursión más o menos interesante y novedosa. Hemos venido a buscar a Dios con toda el alma. Se cumple en nosotros lo que ha dicho el profeta Amós en la primera lectura: que los ciudadanos del mundo rico, al que pertenecemos los católicos de Málaga, no nos vemos torturados por la falta de pan y de agua, sino por la carencia de palabras luminosas que den sentido y hondura a nuestra vida. A medida que nos vamos sumergiendo en la sociedad de consumo, olvidamos la Transcendencia divina, pretendemos decidir cada uno lo que es bueno y lo que es malo y nos vemos privados de un horizonte que nos ayude a realizarnos como hijos de Dios. Quizá por eso hemos venido de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur ‟buscando la Palabra del Señor‶. Sabemos que no es fácil encontrar su rostro, y por eso os invito a reconocer los propios pecados, a desear a Dios y a repetir que nuestra alma se consume ‟ansiando sus mandamientos‶, como ha dicho el salmista. A primera vista, se debe a la decisión libre de cada uno acudir a este encuentro. Sin embargo, es Dios quien ha nos citado aquí y, por diversos caminos, todos hemos escuchado una voz que nos decía, como a Mateo cuando estaba en su trabajo: 2.- ‟Sígueme‶ (Mt 9,9). Es cierto que al dirigir la mirada a lo más profundo de nuestro ser, nos sentimos tentados por el desaliento, porque reconocemos nuestra debilidad y nuestros pecados. Sin embargo, la voz de Jesucristo es perentoria: ‟Sígueme‶, pues ‟no tienen necesidad de médico los sanos sino los enfermos‶. Y nosotros, los bautizados, formamos parte de esos publicanos y pecadores que se acercaban a Jesús esperando una palabra de vida y de ánimo. Muchos se escandalizan porque también los bautizados somos pecadores; nos lo echan en cara y desearían una Iglesia más evangélica. A veces pertenecen a los nuestros y critican con enorme crudeza las incoherencias de los miembros del Pueblo de Dios. Tienen razón en que necesitamos convertirnos y acudir a la misericordia del Señor llenos de arrepentimiento y confianza, pero yerran si se niegan a reconocer que nuestro Maestro acoge a los pecadores, a nosotros, y nos invita a su mesa; y que quien no acepta y reconoce sus pecados, como el fariseo de la parábola, no puede encontrar a Jesucristo. Cuando nos acoge con nuestras miserias, no lo hace para restar importancia al pecado, sino para contagiarnos su amor y transformar de raíz nuestra existencia; para poder preguntarnos, como a Pedro, si le amamos de verdad y estamos dispuestos a seguirle, a pesar de todo. Porque antes de que nosotros le hayamos encontrado, él se ha puesto en camino hacia todos y cada uno. No olvidéis que nuestra peregrinación es la respuesta a una invitación personal suya, que nos ha dicho y nos repite: ‟Sígueme‶. Él nos ha traído aquí porque nos tiene reservado un don personal. Tú ‟sígueme‶. Nos lo ha dicho y nos esta diciendo a todos. Baja a lo más profundo de tu corazón, reconoce tu pecado y busca el perdón de Dios en el sacramento de la penitencia. Luego, como el apóstol Mateo, y tal vez como Zaqueo, deja todo lo que te aparta del Evangelio y ponte en camino. Sólo así viviremos ese encuentro que puede transformar nuestra existencia. Aparte de este encuentro personal de cada uno con el Señor, si ha permitido que el Papa Benedicto XVI venga a España en este momento de nuestra historia es porque necesitamos la luz de su palabra. Algunos católicos españoles se sienten acomplejados en medio de la crisis cultural que estamos viviendo, y el Papa viene a decirnos que no tengamos miedo de ser seguidores de Jesucristo; viene a confirmarnos en la fe. Una fe que no debe quedar recluida en el hogar, oculta en la intimidad, como hizo el empleado que enterró el talento. Tenemos que vivir y proclamar nuestra fe en el corazón de la vida; en el trabajo y en el descanso; en los medios de comunicación; en la participación activa en la vida ciudadana; y de manera especial, en la familia. No sólo criticando con nuestra palabra cuanto es contrario a esta institución, sino poniendo de manifiesto con nuestra existencia que el matrimonio estable entre un hombre y una mujer es el clima adecuado para criar y educar a los hijos. Espero y deseo que cuantos hemos venido a Valencia sepamos llevar a nuestras comunidades ese impulso esperanzado que indudablemente nos a va transmitir el Señor por medio del Santo Padre; y que digamos a todos que Dios sigue activamente vivo en medio de su Pueblo. Se lo pido por intercesión de Nuestra Señora de los Desamparados: para que acoja bajo su manto a las familias golpeadas por la tragedia que ha golpeado a Valencia; se lo pido por mediación de la Reina de la Familia, para que nos acompañe siempre en esas iglesias domésticas que son nuestros hogares; y se lo pido por Santa María de la Victoria, cuya advocación nos recuerda que Jesucristo, y nosotros con Él, ha vencido ya el mal y la muerte. + Antonio Dorado Soto, Obispo de Málaga Diócesis Málaga @DiocesisMalaga Más artículos de: Homilías Mons. Dorado Festividad de la Sagrada FamiliaFestividad de San Pedro Poveda Compartir artículo Twitter Facebook Whatsapp Enviar Imprimir