DiócesisHomilías Mons. Dorado

Misa de medianoche

Publicado: 24/12/2005: 1275

S.I. Catedral

1. Nos hemos reunido esta noche Santa para celebrar el misterio del nacimiento de un
Niño, del Hijo de Dios hecho hombre.

Para los que tienen fe, Navidad es el gozo sin límite de saber y sentir que ‟Dios está
con nosotros‶.

Y por eso nos sentimos felices y nos felicitamos: porque la felicidad del hombre está
en poseer a Dios. Y Jesús es nuestro: ‟Nos ha nacido un Niño y un Hijo se nos ha dado‶.

El Ángel de Belén proclama a los pastores: ‟Os ha nacido un Salvador que es el
Mesías, el Señor‶. El rostro de la felicidad es la Alegría.

Por eso la Iglesia rebosa de gozo en la fiesta de Navidad, al unísono con la Virgen del
Magnificat, consciente de tener a Jesús dentro de sí: ‟Mi espíritu exulta en Dios mi Salvador‶.

Aquí y ahora, un puñado de creyentes cristianos asistimos, en la Fe y bajo los signos
sacramentales, a este gran Acontecimiento y recibimos la misma gracia, la misma alegría y el
mismo consuelo que recibieron María y José, y los Ángeles y los pastores, los testigos más
cercanos y primeros del Niño de Belén.


2. Para adentrarnos en el misterio de Navidad y quedar impregnados por Él, tenemos
la guía segura de la Palabra de Dios que nos ofrece la Liturgia de esta noche.

El profeta Isaías canta el momento central de la historia humana en la imagen de la
restauración de Israel por las manos de un Niño.

San Pablo, en la carta a Tito, contempla el misterio de Belén como la espléndida
manifestación de Gracia de Dios. Es decir, de su Amor Salvador, hecho invencible sonrisa de
Niño, que viene a enseñarnos con su sola presencia, a cuánto debemos todavía renunciar y
en qué generosa actitud tenemos que abrirnos a la Gracia.

El Evangelio de San Lucas nos propone la contemplación del Misterio de Belén en tres
escenas: el Nacimiento del Niño, el Anuncio del Ángel y la Visita de los Pastores.

a). El Nacimiento del Niño. San Lucas empieza mencionando en su relato al más
poderoso entre todos los grandes de la tierra: al Emperador Augusto.

Contrasta con la prepotencia y el orgullo del César, la suprema humildad y pobreza de
José, María y el Niño, que van lejos de su tierra, en un viaje largo e incómodo, a declararse
como unos insignificantes números más en el inmenso registro del Imperio de Augusto.


Así nace Dios en la tierra: fuera del hogar, sin hospedaje y sin cuna. Jesús se inserta
en el mundo, en la condición humana, como pobre. La primera opción que Jesús hizo en su
vida fue ésta: nacer pobre. Y no fue una opción pasajera, porque la pobreza le acompañó
hasta la Cruz, que fue la expresión máxima de su pobreza. Y no fue sólo pobreza material -que
lo fue- sino que se trata de la pobreza de los siervos, de los humildes, del mundo de los
servidores.

Para expresar la suprema pobreza, San Lucas acierta con la palabra que ha
inmortalizado su relato: el pesebre, que es la máxima y más sincera expresión del Sermón de
la Montaña.

b). El anuncio del Ángel es la voz de Dios que revela a los hombres la gloria de su Hijo.
Y el primer anuncio es a los pastores, que eran entonces la clase social más humillada y no
siempre de buena reputación.

A los pastores le reveló el sentido de la Navidad: ‟Os traigo una Buena Noticia, una
gran Alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, el
Mesías, el Señor‶.

Es decir: no hay más Salvador, ni Mesías, ni Señor, que el Niño del pesebre. Ni los
Emperadores, ni los Augustos, ni los poderosos. La historia da la razón al Ángel. La afirmación
de que Jesucristo es el único Salvador resume todo el pensamiento de San Lucas, como el de
San Pablo. El hombre no se salva a sí mismo, ni por otros salvadores que no sean el Único,
Dios.

Si de veras queremos el camino de la Felicidad y de la Paz, hay que seguir el camino
de Belén.

c). En la Visita de los Pastores podemos contemplar la diligente prontitud para aceptar
y verificar el mensaje del Ángel y la grandeza de la Fe, que ven un niño en el pesebre y
reconocen al Señor de la Gloria.

En el gozo con que los pastores comunican a los demás su experiencia y la expresan
con cánticos de alabanza, San Lucas va prefigurando el entusiasmo con que los primeros
cristianos vivían y propagaban la fe.

Y, en primer plano, María, la Virgen Madre, con José, inseparable del Niño, está ‟como
en pasmo‶, en silencio contemplativo, personificación y modelo de la Iglesia, actuando en su
más alto ejercicio que es contemplar, vivir e irradiar el Misterio de ‟Dios con nosotros‶.

 

+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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