DiócesisHomilías Mons. Dorado

Festividad del Corpus Christi

Publicado: 29/05/2005: 1007

S.I. Catedral
 

‟Glorifica al Señor, Jerusalén. Alaba a tu Dios, Sión‶.

Con estas palabras invitaba el Salmo 147 a los miembros del Pueblo de Israel a reconocer y proclamar con agradecimiento el amor de Dios y su presencia salvadora en medio del mundo.

Era la misma advertencia que hacía Moisés a un pueblo fácilmente olvidadizo: ‟No te olvides del Señor, tu Dios, que te sacó de Egipto, de la esclavitud; que te alimentó en el desierto con un maná que no conocían tus padres‶. Ese mismo vuelve a ser el mensaje de la Fiesta del Corpus Christi para nosotros, los hombres y mujeres del siglo XXI.

Así lo expresa uno de los himnos más significativos que solemos cantar en ese día:

‟Alabad al Señor
sus grandezas cantad;
es el Dios del Amor
de la inmensa bondad‶.

El día del Corpus se trata de resaltar el carácter público de nuestra profesión de fe, en cumplimiento del mandato de Nuestro Señor Jesucristo:

‟Lo que os digo de noche, decidlo en pleno día; y lo que os digo al oído, proclamadlo desde la azotea. Porque si uno se pone de mi parte delante de los hombres, yo también me pondré de su parte. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del Cielo‶.

Y es que desde el Evangelio no hay otra alternativa: o creyentes públicos o descreídos; o confesores o incrédulos.  Quien tiene fe no se la puede callar, y la dice y la ‟hace‶. Se le nota por encima del pelo su identidad creyente. Y, al contrario, el que arrastra una fe vergonzante, el que disimula su condición creyente, el que se esconde a la hora de la dificultad testimonial... o está a punto de perderla o es que no tiene fe.

En la fiesta del Corpus queremos proclamar que para los cristianos la Eucaristía es el centro del mundo. La Eucaristía lo es todo, verdaderamente todo, porque la Eucaristía es Jesucristo, el ‟verdadero Pan bajado del Cielo‶. ‟Y sin la eucaristía -como decían los primeros cristianos-no podemos vivir‶.

Porque si algo tiene la fe es su necesidad de ser dicha, su condición de publicidad y su pasión por el pregón y la azotea. Aunque nace en la intimidad y el silencio personal, la fe necesita plazas públicas y emplazamientos estructurales, como el pez necesita del agua. El nverdadero creyente es un testigo del Dios Vivo, y es en público, en la sociedad, con frecuencia indiferente y hostil donde se verifica su autenticidad y donde adquiere credibilidad.

Por eso, nada más lejos de la fe que el anonimato y la privatización. Las Sacristías, los círculos cerrados, las especulaciones intimistas, los silenciamientos y actitudes vergonzantes... son formas de silenciar la Palabra (con mayúscula) que para poder existir, necesita romper puertas e irrumpir en el mundo. De ahí que el golpe más bajo que se puede asestar a la fe cristiana es recluirla al foro interior, hacerla insignificante, no escandalosa, no peligrosa, no perceptible, echarla de las escuelas.

Más aún: cuando a la fe, de una forma o de otra no se la persigue, cuando pasa desapercibida, es señal evidente de que ha sido desnaturalizada. Y es que, para los testigos de Cristo, la persecución, que no es una eventualidad sino una posibilidad siempre actual, es la gran oportunidad de madurar, el ‟verdadero confesionario‶ donde se revela Cristo entre los hombres. Persecución que es confesión y martirio, gracias a la invitación de Cristo a no temer porque Dios Se pone de parte de quien no le orilla en la vida.

La Iglesia española quiere orientar sus trabajos y actividades hacia un objetivo que se describe así: ‟Anunciar a Jesucristo en nuestro mundo con obras y con palabras. O dicho de otra manera, que la Iglesia viva, anuncie y testimonie el Evangelio de Jesucristo en medio de las circunstancias específicas de nuestra sociedad.

Hoy, en la fiesta del Corpus Christi y del Año de la Eucaristía, queremos proclamar que para los cristianos la Eucaristía es el centro del mundo, la fuente y la meta de la vida cristiana. La Eucaristía lo es todo, verdaderamente todo, porque la Eucaristía es Jesucristo. Es Jesús vivo y operante ‟el verdadero Pan bajado‶ en el cual el Padre le da a cada hombre e todo tiempo y lugar el don personal de su Hijo. Es el don de todo lo que Él es y ha hecho, a través de la pobreza radical de la apariencia del Pan. Para saciar en nosotros su hambre con el Pan de vida que nos transforma en Él. Y así nos permite vivir con su vida, haciendo lo que él ha hecho y amando como Él amó, y aún ‟otras más gracias‶. Ante la Eucaristía nos sentimos urgidos a cantar públicamente al Amor de los Amores, porque Dios está aquí, porque Jesús es entre nosotros el Pan Vivo que ha bajado del Cielo; y nos sentimos interiormente impulsados a anunciar a todos los hombres, que el que come de este Pan vivirá para siempre. Y que sin la Eucaristía, como decían los antiguos cristianos, ‟no podemos vivir‶

+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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