DiócesisHomilías Mons. Dorado

Bodas de Oro Sacerdotales (en la Catedral)

Publicado: 27/05/2006: 1057

Homilía de Mons. Dorado Soto
Misa de Acción de Gracias
Bodas de Oro Sacerdotales
S.I. Catedral, 27 de mayo de 2006


Celebración de las Bodas de Oro Sacerdotales

Solemnidad de la Ascensión: 27 de mayo de 2006


1.- Saludos:

Queridos Arzobispos de Zaragoza, de Pamplona y de Granada. Queridos
sacerdotes y diáconos. Excmo. Sr. Alcalde y Excmas. Autoridades Civiles y Militares.
Queridos hermanos.

Nos hemos reunido para celebrar la Eucaristía en la Solemnidad de la
Ascensión del Señor. (Que su alegría y su paz estén siempre con vosotros).

[ Como decía San Agustín: ‟Nuestro Señor Jesucristo ascendió al Cielo tal día
como hoy; que nuestro corazón ascienda también con Él... Así como Él ascendió sin
alejarse de nosotros, nosotros estamos también con Él allí, aún cuando no se haya
realizado en nuestro cuerpo lo que nos ha sido prometido‶ ]

Dentro del tiempo pascual esta Fiesta tiene su sentido profundo en lo que
hemos expresado en la Oración Colecta: ‟La Iglesia exulta de gozo y de gracias porque
la Ascensión de Cristo es ya nuestra victoria y donde nos ha precedido Él, esperamos
llegar también nosotros como miembros de su Cuerpo‶.

Este año la Solemnidad de la Ascensión la celebramos en Málaga con el motivo
añadido de dar gracias a Dios por mis 50 años de Ordenación Sacerdotal. Con
vosotros quiero cantar nuestro ‟Magnificat‶, nuestra oración de alabanza y acción de
gracias por las maravillas que por su misericordia ha hecho en mí y a través de mi
ministerio a lo largo de toda mi vida sacerdotal. El Salmista del Antiguo Testamento
repasaba la historia de su vida y llegaba a la conclusión de que el Señor había estado
grande con él y con la comunidad- Y la respuesta era el agradecimiento y la alegría.
Es una ocasión para repasar la vida y hacer memoria agradecida del pasado. Hacer
memoria, memoria detallada, sin que ningún trozo de la bondad de Dios se pierda. Los
pequeños detalles son grandes. La memoria llega a lugares concretos donde Dios se
mostró. La memoria refresca fechas en rojo del calendario personal e irrepetible. Era
Dios, estaba el Señor. La memoria lleva sobre todo a personas concretas, con sus
nombres, que se amontonan en el recuerdo y no caben en el corazón.

Para expresaros mis sentimientos personales tomo la palabra del Salmista
cuando dice: ‟Me ha tocado un lote hermoso, me encanta mi heredad.‶ Soy consciente,
como San Pablo, de que todo proviene de Dios, ‟que nos ha configurado consigo por
Cristo y nos confió el misterio de la reconciliación‶.
2.- Don y misterio.

El Papa Juan Pablo II ha resumido la esencia del sacerdocio en sólo dos
palabras: Don y misterio.

Aquel día 1 de abril de 1956, cuando fui ordenado sacerdote en la Universidad
Pontificia de Comillas, oí resonar fuertemente en mi alma -como hoy- unas palabra de
Jesucristo a sus apóstoles, que explican bien por qué la llamada al sacerdocio es un
Don de Dios. Dice Jesús: ‟No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he
elegido a vosotros y os he destinado para que vayáis y deis fruto y vuestro fruto
permanezca‶ (Jn 15, 16). Ser sacerdote es un don de Dios que llama a los que Él
quiere. Así lo afirma el Evangelio: ‟Llamó a los que quiso‶.

Por eso quiero que mis primeras palabras de hoy sean de un humilde y profundo
agradecimiento al Señor, que, sin mérito alguno de mi parte, quiso concederme el
inmenso Don de llamarme al sacerdocio y configurarme sacramentalmente a Cristo
Pastor para el servicio de todos los fieles de la Iglesia y de todos los hombres de buena
voluntad.

Don y Misterio de una vocación divina. Cuando San Pablo explica a su discípulo
Timoteo esa llamada de Dios, le escribe: ‟No ha salvado y nos ha llamado con una
vocación santa, no en razón de nuestras obras, sino por su propia iniciativa y por la
gracia que nos fue concedida en Cristo Jesús‶. En la carta 2ª a los Corintios, nos
recuerda que ‟llevamos este tesoro en vasos de barro, para que aparezca que la
extraordinaria grandeza del poder, es de Dios, y que no viene de nosotros‶. San
Marcos (3, 13-15), refiriéndose a la elección de los primeros sacerdotes dice que ‟Dios
llamó a los él quiso para que estuvieran con Él y enviarlos a predicar‶. El fin de toda
vocación sacerdotal es ‟estar con Cristo‶ y difundir el Evangelio de la Salvación.


3.- Acción de gracias.

Al mismo tiempo que la gracia de Dios me iba conduciendo al desarrollo de mi
amistad con dDios y al descubrimiento de Jesucristo -en medio de mis debilidades-,
la paterna voluntad de Dios me fue llevando después de la ordenación sacerdotal por
caminos, lugares y experiencias que nunca hubiera podido imaginar. No siempre
fáciles, pero sí apasionantes.

Cuando contemplo los años transcurridos desde aquel 1 de abril de 1956, doy
gracias a Dios por todas las gracias que ha derramado sobre mí y por todo lo que yo
haya podido transmitir de vivencia del Evangelio a cristianos de Toledo, de Guadix, de
Cádiz y Ceuta y de Málaga y Melilla.

Por eso, como Pablo, os digo: ‟Sois mi gozo y mi corona‶. Por eso, junto a mi
acción de gracias a Dios, quiero daros las gracias a vosotros.

A los sacerdotes, a los Religiosos y Religiosas, a los laicos, tanto los que
pertenecen a Asociaciones de fieles, a Movimientos, a Hermandades y Cofradías,...
como a ese muchedumbre de cristianos que estáis incorporados a las muchas
Parroquias de la Diócesis. Mi vida sacerdotal no ha sido un recorrido en solitario: ‟El
que cree, nunca está solo‶. Ha sido una historia vivida en compañía de la Iglesia, del
Pueblo de Dios, que ha tenido para mí muchos rostros.

Doy gracias a mis padres y familiares. Doy gracias a los cristianos de Toledo,
que fueron las primicias de mi servicio sacerdotal. A los que ayudé y me ayudaron en
la vida de fe durante los ocho años de estancia en Guadix.. También a los de la
Diócesis de Cádiz y Ceuta. Fueron 20 años muy intensos y no siempre fáciles, en los
que nos tocó vivir los cambios sociales producidos por la transformación de una
España rural en una nación industrial y los cambios políticos que propiciaron la
transición, la llegada y consolidación de la democracia.-

Doy gracias hoy especialmente a vosotros, cristianos de Málaga y Melilla. Trece
años son suficientes para descubrir y amar la profundidad de la historia cristiana de
Málaga, sus numerosos testigos de la fe, muchos de ellos verdaderos renovadores
eclesiales. Particularmente hago mención de los Santos Obispos que me han
precedido en los últimos años: el Beato Marcelo Spínola, el Beato Manuel González
y el siervo de Dios Cardenal Herrera Oria. ¿Y cómo olvidar el testimonio de tantos
sacerdotes ejemplares, la entrega de tantos laicos al servicio de la Iglesia, la
generosidad de cientos de Religiosos y Religiosas de Órdenes y Congregaciones que
tanto han aportado a la Diócesis?

En estos últimos años hago presente el esfuerzo renovado por estar disponibles
para la evangelización y sembrar el Espíritu del Señor en las muchas diferentes
realidades temporales que hay en nuestra provincia y en Melilla.

Trece años en los que hemos vivido y trabajado en Proyectos Pastorales
Diocesanos, en la animación de las Parroquias, de la familia y de los Movimientos.
Trece años de cercanía, durante los cuales hemos crecido en amor cristiano, en
comunión eclesial y en deseos de ser buenos testigos del Señor y servidores del
Evangelio.


4.- ¿Qué os pido a vosotros esta tarde?

Siento que el Señor nos está invitando a fortalecer la fe y la confianza en el
Evangelio, en el seno de esta sociedad pagana en la que nos corresponde anunciar
a Jesucristo. Porque sólo él puede convertir los montes en caminos y conmoverse
como una buena madre ante los hijos de sus entrañas.

La certeza de que Él es ‟bueno con todos, cariñoso con todas sus criaturas‶,
tiene que marcar ahora nuestro esfuerzo y nuestra búsqueda. Tal vez nos esté
pidiendo que prestemos más atención a cuántos se esfuerzan para vivir el Evangelio
con radicalidad, que antepongamos las palabras de aliento a las de condena y que
presentemos con alegría y paz profunda a Jesucristo y su Evangelio.


Es cierto que caminamos por valles áridos, pero no es menos cierto que el
Señor es ‟clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad‶, ‟bondadoso
en todas sus acciones‶ y ‟está cerca de los que lo invocan‶ (Salm. 144, 8...).

Por ello, en lugar de centrar nuestra mirada en las tinieblas que nos rodean y
que sean ellas las que marquen nuestras decisiones, os invito a profundizar las
palabras que Jesús nos dice en el Evangelio: ‟Mi Padre sigue actuando y yo también
actúo‶. Él es la Luz que ha vencido a las tinieblas, la Verdad que se sigue abriendo
paso en medio de la mentira y el Camino que atraviesa nuestro desierto para
conducirnos al Reino. Conscientes de que no podemos hacer nada sólo con nuestras
fuerzas, nos corresponde a nosotros escuchar su voz amiga a través de la oración, de
la reflexión y del diálogo sereno.

Los análisis sociológicos sobre la actitud de nuestro pueblo ante la Fe nos llevan
al pesimismo, nos turban y nos pueden inducir a ponernos en una actitud defensiva que
no es la mejor para proclamar el Evangelio, la Buena Noticia de Jesucristo. Por eso
resulta tan provocador y consolador escuchar que el Señor nos dice como a Pedro: ‟No
temas, Yo estoy contigo. No te abandono‶.

Es verdad que no nos resulta fácil mantener una actitud de esperanza, pero la
fe nos enseña que Jesucristo ha vencido al pecado y a la muerte, y que sigue
activamente vivo en nuestro mundo. Por eso os invito a que nos abandonemos en las
manos de Dios, siguiendo el ejemplo de María. Conocía su pequeñez, pero también
conocía la grandeza del Señor, que se sirve de los pequeños y de los débiles para
obrar maravillas.

A Santa María de la Victoria dirijo mi pensamiento y mi oración. Que no nos deje
como Madre que es y nos ayude a vivir con fidelidad y alegría. Y que su cercanía
materna nos conduzca siempre a su Hijo Jesús, que es el Salvador de todos nosotros.

+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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