DiócesisHomilías Mons. Dorado

Virgen de la Fuensanta

Publicado: 15/08/1995: 1522

Virgen de la Fuensanta

Año 1995


1.- San Bernardo de Claraval fue un monje del siglo XII que en su tiempo contribuyó más que nadie a la renovación de la Iglesia, a la construcción de Europa y al florecimiento de una cultura riquísima que ha llegado hasta nuestros días. Nos interesa esta tarde destacar su profundo amor y su filial devoción a la Santísima Virgen.

Él solía proponer a los cristianos de su época una fórmula muy sencilla para orientarse en aquellos años de crisis religiosa y de decadencia, en los que fácilmente invadían los ánimos de la gente los sentimientos de desconcierto, perplejidad y de no saber a qué atenerse. La fórmula, muy válida y eficaz según su propia experiencia, era ésta: “respice stellam, invoca Mariam”. “Pon los ojos en la estrella e invoca a María”. (La estrella luminosa era también María).

En esta novena a la Virgen de la Fuensanta, en que el recuerdo de la Virgen pasa a ocupar el primer plano de la actualidad y se reaviva en el corazón de los católicos de Coín el amor y la devoción a nuestra Señora; y para estos tiempos de cambios rápidos que tan profundamente afectan a la Iglesia, me atrevo a proponeros como medio para orientarnos y como camino de salida de nuestros desánimos, incertidumbres y crisis, la misma fórmula que resultó tan creadora y fecunda en la vida y la acción de aquel humilde fraile y ferviente devoto de la Santísima Virgen, que fue San Bernardo de Claraval: “respice stellam, invoca Mariam”: fijad vuestros ojos en esa estrella luminosa que es la Virgen de la Fuensanta e invocad a María con una oración humilde y confiada.


2. Debajo de tan sorprendente solución para los graves problemas que hoy nos acucian, y que a muchos parecerá un simplismo o una ingenua beatería, hay dos grandes convicciones para un creyente:

- el convencimiento de que la Virgen es la mejor discípula del Señor y la más perfecta realización histórica del Evangelio de Jesús de Nazaret. Ella fue una mujer enteramente ganada por el Evangelio de Jesucristo. Y para estas épocas en que no valen los programas de segunda o tercera mano; cuando son más necesarios los testigos que los maestros; cuando hace falta gente que tenga una experiencia religiosa y apostólica muy de primera mano y que vivan muy directamente el atractivo de Jesucristo viviente, que es el Evangelio perenne de Dios a los hombres, María es la Estrella que ilumina con su vida, que es Evangelio en acción, como la mejor creyente y la mejor discípula del Señor.

- y una segunda convicción: la fe en la eficacia de la oración, como nos asegura Jesús en el Evangelio: “lo que pidiereis al Padre…”. Las personas más creativas de la Iglesia y de mayor eficacia apostólica han sido los grandes místicos, es decir, los grandes orantes y las personas profundamente contemplativas. También hoy tenemos que vencer la resistencia a recuperar todo aquello que es necesario para mantener una vida espiritual y apostólica vigorosa: la oración constante, las prácticas de piedad, los Sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía, el sosiego de la contemplación y la confianza ilimitada de quien vive en las manos de Dios que es nuestro Padre. Como María, la mujer orante del Magnificat, de la Anunciación y de Caná.

A la luz de estas convicciones, la invitación de San Bernardo aparece más fecunda y prometedora de lo que parecía a primera vista.

La fiesta de la Virgen de la Fuensanta, en este nuevo siglo, del que todos debemos esperar una nueva primavera de nuestra Iglesia, sea cual sea la situación y el estado de ánimo en que nos encontremos cada uno, es una invitación a dejarnos iluminar por la fuerza evangélica de la vida de la Santísima Virgen y a invocarla como Mediadora de la Gracia de Dios.


3.- En estos tiempos nuevos que estamos viviendo, la Iglesia entera, y nuestra diócesis, está empeñada en impulsar una “nueva evangelización”, que significa para nosotros poner en pie una Iglesia renovada, afrontar la tarea de difundir el Evangelio de Jesucristo, ofreciendo a nuestros hermanos la salvación de Dios; colaborar en la transformación de nuestra sociedad y la cristianización de nuestras formas de vida personales, familiares y sociales, de manera que sea Jesucristo, el Señor, el centro afectivo de toda nuestra vida.

Pero esta nueva evangelización no será una realidad sin un gran esfuerzo de renovación espiritual e institucional de nuestras Iglesias. Renovación en la vida y el ministerio de los sacerdotes; en la vida, actuación y conciencia eclesial de los religiosos y religiosas; en la existencia de seglares verdaderamente convertidos a Jesucristo y dedicados intensamente al despliegue de la misión de la Iglesia en la sociedad, en sus aspectos evangelizadores y transformadores. Necesitamos una generación de apóstoles con buena formación y profunda experiencia religiosa, entusiastas, esperanzados, desprendidos, fieles hasta la muerte.

Yo os invito a poner hoy este programa y este empeño bajo el manto maternal de la Virgen de la Fuensanta, madre y maestra de la fe, de la fidelidad, de la esperanza firme que atrae infaliblemente la gracia y el poder de Dios sobre nosotros. Ella sabe mucho de empresas evangelizadoras y ha estado presente en el origen y desarrollo de todas ellas.

Ella ha sido siempre la Estrella de la Evangelización que la Iglesia –dócil al mandato del Señor- ha promovido y realizado en todas las épocas de la historia.

La Virgen de la Fuensanta, la Virgen sensata y prudente, está hoy con nosotros para hacernos capaces de poner los fundamentos de una Iglesia evangelizada, evangelizadora y creadora; capaz de promover unos hombres nuevos que hagan una sociedad nueva, fundada en la fe de Jesucristo y animada por las luces del Evangelio y la esperanza de la vida eterna.

“Respice stellam, invoca Mariam”

Virgen de la Fuensanta: Porque para nos valer tanto vales, da remedio a nuestros males.


+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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