DiócesisHomilías Mons. Dorado

Hoy es Domingo de Resurrección

Publicado: 11/04/1982: 837

Hoy es Domingo de Resurrección

Año 1982

Hoy los cristianos, con el voltear de nuestras campanas, con la celebración jubilosa en nuestras Iglesias, con el alleluia y el deseo de felicidades pascuales, queremos anunciar al mundo y recordarnos a nosotros mismos que Jesucristo ha resucitado. Es decir:

• que un muerto, el primero, Jesús de Nazaret por más señas, ha vuelto a la vida. Y no a la vida que tenía anteriormente: limitada, sujeta al dolor, a la enfermedad, a la debilidad, a la muerte. Vuelve a una vida superior, sin limitaciones, inmortal, divina.

• y que su Resurrección es un hecho decisivo relacionado con toda la humanidad, que pertenece ya a un mundo nuevo.

Recientemente decía un hombre, que se profesaba no creyente: “A nosotros, los ateos, nada está prometido y nadie nos espera”.

Terrible creencia, aunque no sea verdadera, porque para todos los hombres, con la Resurrección de Jesucristo, todo nos está prometido y es Dios mismo quien nos espera.

La Iglesia y los cristianos, que creemos en la Resurrección de Jesucristo, debemos ser los testigos del sentido de la vida en un mundo que está comenzando a desesperar de la validez de todos sus proyectos, que está logrando una racionalidad creciente de la sociedad y al mismo tiempo una absurdidez creciente del destino.

En este mundo que se está quedando sin fuerza física y sin fortaleza moral, hay un grito que se eleva exigiendo un mundo con sentido, cansados ya de la situación de asfixia existencial que la civilización técnica de occidente ha contagiado a la humanidad, al darles cosas que comer y no valores con que alimentarse, productos para sobrevivir y no ideales para supervivir.

En este mundo, los cristianos tenemos mucho que decir sobre el sentido de la vida desde la experiencia de la Resurrección, es decir, desde un Jesús Viviente que le posibilita la Fe y la Esperanza. La Resurrección de Jesús nos muestra el “hacia donde” de lo humano, que es la Vida con mayúscula y no la muerte, y que termina en una comunión personal con Dios.

De todo esto habla la Iglesia cuando confiesa a Jesucristo Resucitado de entre los muertos, como primicia de la nueva humanidad: el mundo y la vida tienen un sentido.

La Resurrección de Cristo, vivida en profundidad, nos debe convertir en testigos de la Esperanza, que engloba tres elementos:

• la espera de lo futuro,

• la confianza mientras aguardamos su advenimiento, y

• la paciencia activa para soportar las dificultades en el entretiempo.

Esta esperanza debe expresarse en una alegría serena, pero profunda. No podemos testimoniar lo que es el núcleo del cristianismo –la Resurrección de Cristo- si no somos capaces de hacer brotar más alegría, mostrando que, en verdad, ningún futuro puede acongojar el corazón del hombre, porque el futuro real, el que dura, se ha revelado ya en Cristo como Amor, como Victoria y como Vida.

Cesbrán pudo escribir que la mejor prueba de la existencia de Dios es la alegría pascual del creyente, vivida como don recibido de Alguien y como don debido a todos.

“Cristo ha resucitado de entre los muertos y va delante de vosotros”, dijo el Ángel a las mujeres. Descubramos hoy en el Resucitado lo que nos espera como futuro y como camino a recorrer.

Hoy se nos ha revelado una nueva posibilidad del hombre y del mundo; hoy se nos ha descubierto un futuro cualitativamente nuevo, hoy se nos ha proclamado el camino para la humanización y la divinización del hombre.

Jesucristo ha resucitado. Y nosotros debemos renacer a una vida más cristiana, más evangélica. Ahí radica nuestra gran felicidad pascual que os deseo a todos muy de corazón y para siempre en esta Pascua de 1982.

 

+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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