DiócesisHomilías Mons. Dorado Viernes Santo Publicado: 28/02/1997: 848 Viernes Santo Año 1997 “Mirad el árbol de la Cruz, en que estuvo clavada la salvación del mundo”. Con estas palabras nos invita hoy la Liturgia a concentrar toda nuestra mente y nuestro corazón en Jesucristo Crucificado. Para poder contemplar con hondura conmovida la Cruz del Señor, tenemos que acercarnos con una mirada de fe, de esperanza y de amor. 1.- La mirada al Crucificado es, ante todo, una mirada de FE. Este hombre colgado entre el Cielo y la tierra es Dos.- Este ser humano derrotado y fracasado es el Hijo de dios. Dios se nos revela en la Cruz de Jesús. Y Dios se nos revela en la Cruz de Cristo: - como Aquel que quiere compartirlo todo, y que carga con nuestra debilidad y nuestro pecado. - como Aquel que no quiere usar su poder ni siquiera para defenderse, sino su amor: un amor desarmado que no quiere responder a la violencia con la violencia, sino con la mansedumbre. - como Aquel que no salva desde fuera ni desde arriba, sino desde dentro (haciéndose hombre) y desde abajo (bajando hasta la muerte de Cruz). Desde que Dios se nos ha revelado de esta manera en su Hijo Jesucristo Crucificado, nos ha dejado el encargo de reconocer su rostro en todos los abatidos, marginados y crucificados de la tierra. Quien adora a este Dios se abaja ante los pobres de este mundo. 2.- Una mirada de ESPERANZA. El himno más importante del Viernes Santo, dice así: “La gracia está en el fondo de la pena, y la salud naciendo de la herida”. Cuando, por los años 90, San Juan escribe su Evangelio, las comunidades cristianas se encuentran, al anunciar a Jesucristo, con una dificultad casi insalvable: ni los judíos, ni los griegos, podían aceptar como Salvador a un Cristo vencido, humillado y rematado en la Cruz. Y esa dificultad repercutía en la moral de los mismos cristianos. Y Juan quiere mostrarles que, desde la perspectiva de la Resurrección, la muerte de Jesús es una derrota aparente, pero una victoria real. Por esta razón, al levantamiento en la Cruz lo llama Juan “exaltación y glorificación”. Diecinueve siglos más tarde, para una mirada de fe que descubre la inmensa fecundidad de la muerte de Jesús en la historia del mundo, la afirmación de Juan sigue siendo verdadera: en la Cruz la Verdad venció al egoísmo, la ternura venció a la crueldad, la gracia venció al pecado, la vida venció a la muerte. Jesús, el Señor, venció a las fuerzas del mal, no con medios poderosos, sino con la debilidad desnuda de su palabra, de su libertad ente los opresores, de su mansedumbre ante los verdugos, de su amor obediente al Padre, de su perdón a los responsables. La Cruz de Jesús modifica nuestros esquemas mentales y nos obliga a una verdadera conversión. Aquí reside el escándalo de la Cruz. En creer que “en la Cruz está la vida; en la Cruz está la fortaleza del corazón; en la Cruz está el gozo del espíritu; en la Cruz está la esperanza de la vida eterna”. 3.- La mirada al Crucificado es, en fin, una mirada de AMOR. La Cruz de Jesús es el máximo monumento del amor de Dios. Por amor ha querido el Padre que su Hijo descendiera hasta el máximo del abatimiento y de la tristeza. Por amor ha querido el Padre que su Hijo padeciera la máxima consecuencia de nuestros pecados: la afligida sensación de que su Padre le había abandonado definitivamente. Por amor perdona el Señor a sus torturadores. Por amor entrega su vida como “rescate por muchos”. Cada uno de nosotros podemos decir: “me amó y se entregó por mí”. Por eso, al mirar hoy la Cruz del Señor, le decimos con el alma entera: “Gracias, Señor Crucificado”. Te amamos y queremos poner nuestra vida en tus manos, vivir para Ti, ser verdaderos discípulos tuyos y apóstoles de tu Evangelio. Queremos que la Virgen fiel, que estuvo junto a la Cruz en las horas terribles del Calvario, interceda por nosotros: Virgen Santa de la Cruz, ayúdanos a mantenernos firmes en la fe y a no dudar de la bondad y del amor de Dios en medio de los sufrimientos; ayúdanos a creer y anunciar que tu Hijo Jesucristo es el único Salvador del mundo. + Antonio Dorado Soto, Obispo de Málaga Diócesis Málaga @DiocesisMalaga Más artículos de: Homilías Mons. Dorado Una consagración apasionadaCelebración penitencial Compartir artículo Twitter Facebook Whatsapp Enviar Imprimir