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Karlsruhe: un ecumenismo del corazón

Rafael Vázquez, segundo por la izquierda, junto a otros participantes católicos españoles y el Secretario del Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, Mons. Bryan Farrell (en el centro)
Publicado: 12/09/2022: 4730

Testimonio

El delegado diocesano de Ecumenismo y Diálogo Interreligioso, Rafael Vázquez, comparte su experiencia tras participar, del 31 de agosto al 8 de septiembre, en la XI Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias

En un clima de fraternidad y alegría se celebró en Karlsruhe (Alemania) la XI Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias, bajo el lema: “El amor de Cristo lleva al mundo a la reconciliación y la unidad”. Unos días en los que participantes de más de 300 Iglesias de todo el mundo tuvieron la posibilidad de dialogar sobre cuestiones de gran actualidad, como la guerra en Ucrania, la crisis ecológica y el cuidado de la Creación, el papel de los jóvenes y la mujer en las Iglesias, el racismo o el conflicto en Oriente Próximo. Todo ello bajo una pregunta, ¿cómo pueden las Iglesias ser testigos de unidad ante esta realidad?

Desde que se fundara el Consejo Mundial de Iglesias en 1948, tras la Segunda Guerra Mundial, este organismo ha buscado la unidad visible de aquellas Iglesias que profesan la fe en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, y reconocen a Jesucristo como Salvador. Actualmente está compuesto por 352 Iglesias de distintas confesiones. La Iglesia católica no es miembro pleno del mismo por cuestiones organizativas, aunque sí participa activamente a través de una de sus comisiones más importantes, la conocida como Fe y Constitución, encargada de afrontar la cuestión de la unidad desde una perspectiva teológica y eclesiológica. A esta Asamblea asistió una delegación formada por una treintena de observadores, entre los que se encontraba el Card. Koch, presidente del Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos; su secretario, Bryan Farrell, así como representantes de otras instituciones ecuménicas.

Un grupo de doce españoles tuvimos la oportunidad de imbuirnos en este gran acontecimiento ecuménico, dejándonos contagiar por el clima de alegría, de oración y diálogo en el que se desarrolló el encuentro. El esquema de trabajo de cada jornada se desarrollaba según el conocido método “ver-juzgar-actuar”. La mañana comenzaba con una oración ecuménica, que nos ponía en presencia del Señor y nos lanzaba a contemplar la realidad con una reflexión sobre el tema del día; después una profundización en la Palabra de Dios, desde la que poder discernir; y, de ahí, a la asamblea ejecutiva, los seminarios y conversaciones ecuménicas, que se desarrollaban a lo largo de la tarde, para concluir de nuevo con la oración. Interesantes eran los temas discutidos en las asambleas ejecutivas, donde las decisiones eran tomadas por unanimidad, dando espacio a la confrontación, a la escucha y a la propuesta, en un ambiente de profunda sinodalidad.

En estos tiempos que corren, la Asamblea nos invitó a poner en práctica el “ecumenismo del corazón”, que amplía el horizonte de un ecumenismo intelectual, institucional y formal, y reclama la oración común, el afecto y el amor mutuo, que nos hace sentir al otro como hermano por encima de nuestras diferencias. Lo que pudimos vivir todos en Karlsruhe.

Rafael Vázquez

Sacerdote diocesano, delegado de Ecumenismo y Diálogo Interreligioso y director del Secretariado de la Comisión Episcopal de Relaciones Interconfesionales.

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