NoticiaDiáconos Jesús Francisco Martínez, levantando acta... del amor de Dios Jesús y María Dolores en el Seminario Diocesano // E. LLAMAS Publicado: 07/10/2022: 7009 Jesús Francisco Martínez está casado con María Dolores García desde hace 27 años. Es oficial en una notaría y tienen dos hijos: Pedro (23) y Jesús (17). Un día le preguntó su párroco, ¿tú te has planteado ser diácono permanente? Y ahí comenzó un proceso que culminará con la ordenación el sábado 2 de octubre, a las 11.00 horas, en la Catedral de Málaga, de manos del Sr. Obispo, D. Jesús Catalá, para continuar sirviendo allá donde lo envíen. TESTIMONIO. Jesús Martínez, diácono permanente María Dolores tiene claro que su papel en todo esto «es el de acompañar a mi marido en su vocación y en su servicio y seguir viviendo juntos la fe». A lo que Jesús añade, con una gran sonrisa, que «ella es fundamental para mí, y no entiendo mi vida de fe sin ella. Y nuestros hijos tienen claro: si mi padre es feliz, somos todos felices, respondía Pedro una vez que le preguntó el anterior rector del Seminario, Antonio Eloy Madueño». Jesús explica que su vocación no viene de ahora, sino desde pequeño: «mi vocación fue sacerdotal pero el Señor me llamaba y yo le decía que no, y tampoco tuve el apoyo de mi familia, ni mi madre. ni mi abuela estaban de acuerdo y llamaban a las amigas para que me sacaran de fiesta. Después llegó María Dolores y llevamos 27 años felizmente casados y, un día, charlando con mi entonces párroco, Rafael Pérez, me preguntó directamente: ¿tú quieres ser diácono permanente?”, y a mi esposa le preguntó: “¿tú quieres ver a tu marido feliz? Rézalo”, y comenzamos a rezarlo y nos encontramos a las puertas de la ordenación». Jesús y María Dolores han compartido todo, desde que se casaron: «al principio, éramos jóvenes y creíamos que podíamos seguir adelante en nuestra vida apartados de la Iglesia, pero pronto nos dimos cuenta de que no sabemos construir nuestra vida, en ninguna de sus facetas, sin tener a Dios en medio de nosotros». Y por eso, animan a quienes sientan la vocación al diaconado permanente, a que «se atrevan a dar el paso. Como decía san Juan Pablo II, “no tengáis miedo”, pues podemos hacer una labor muy importante. Don Jesús nos dijo, cuando recibimos los ministerios laicales, que “teníamos que ser faro en la tempestad para que la gente llegara a puerto seguro y con eso me quedo, eso es lo que voy a intentar, así que rezad mucho por nosotros».