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Nacer para dar vida

Publicado: 03/09/2015: 12369

No se sabe bien si en el día primero del nacer se tiene ya conciencia alguna de la luz. De todas maneras, si pudiésemos recordarlo, sería aquella una luz acristalada, llena de sombras todavía, una luz opaca por la escarcha del vientre. Nacemos y en ese instante Dios pone a nuestra disposición un ángel de la guarda y la certeza de su permanente mirada de Padre generoso.

Nada más nacer, una voz clara dentro del pecho, que unos oyen en seguida y a otros les cuesta un mundo escucharla, reclama con insistencia: ¡Has nacido para dar vida! Desde ese momento, ya no se quedan quietas las aguas de los ríos personales que, en la Virgen María, fue un mar voluntarioso desde su Sí al ángel que permitió engendrar al mismo Jesucristo, Señor y dador de vida. En santa Teresa, las mismas aguas llegaron a desbordarse en los caminos, a dejar todas las orillas regadas de impaciencia por trasladar la sangre nueva de la gracia a las venas del Carmelo. 

Nacer para dar vida ha sido el eje fundamental que he querido compartir, desde un toque teresiano, en la Novena que hemos dedicado con toda solemnidad a la Madre Santísima de la Victoria, amor de Málaga.

Pedro Villarejo, predicador de la novena a la Patrona de Málaga y su diócesis

Diócesis Málaga

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