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MI CURA, por Trinidad Moltó

Trinidad Moltó
Publicado: 15/07/2020: 19041

A lo largo de la vida conoces a diferentes sacerdotes que pueden influir en tu vida de fe. En cada momento, Dios te pone en tu camino la persona que te puede ayudar a seguir su camino. Los sacerdotes siempre están dispuestos a ayudarte, a darte consejo, a acompañarte en vida.

Con su ejemplo y su forma de proceder, comprendí sin dudas que la oración es el camino correcto.

En mi vida he conocido a muchos, unos buenos y otros excepcionales. Pero sin duda hay uno que me marcó, puesto que gracias a él, mi fe maduró. Es cierto que muchas veces se destaca de los curas que ayudan a los demás, que ayudan a los pobres; y eso mi cura lo hacía incluso en demasía: desde el confesionario o el acompañamiento, pasado por una Cáritas de todos los días, daba su testimonio en todos los tipos imaginables de pobreza. Pero, para mí, lo más importante que me enseñó este cura es que lo fundamental para nosotros es Cristo, que está en el sagrario. Con su ejemplo y su forma de proceder, comprendí sin dudas que la oración es el camino correcto. Recuerdo que, para tomar cualquier decisión, su consejo es: rézalo.

Otra cosa que aprendí de él, es a apreciar y entender al Espiritu Santo. Desde entonces, siempre pido su iluminación en todos los aspectos de mi vida. Con estos pilares fundamentales y siempre, siempre la Virgen presente, gracias a este cura, he madurado en mi vida de fe. Yo, que soy más pragmática, todo esto lo he llevado a la vida diaria y cotidiana, como me enseñó con sus actos “mi cura”, a hacer el bien, buscar la verdad y la justicia desde Cristo.

Nunca se podrá agradecer suficiente a los curas su entrega y el trabajo que hacen de forma callada, sin duda porque la fuerza la da el Espíritu Santo.

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