DiócesisCartas Pastorales Mons. Dorado

Santo Tomás, Patrón de los Universitarios

Publicado: 29/01/2006: 1652

Carta Pastoral de Mons. Dorado Soto
Festividad de Santo Tomás de Aquino

El día 7 de marzo de 1274 moría, en el monasterio cisterciense de Fossanova, uno de los pensadores más grandes de todos los tiempos, Tomás de Aquino. Tenía sólo 53 años y nos legó una obra extraordinaria, que aún se lee con provecho. Es natural que los universitarios cristianos le honren como a su patrón y maestro. En la encrucijada del siglo XIII, cuando se acababa de fundar la universidad y estaba alumbrando un mundo nuevo, tuvo la audacia de recordarnos algunas verdades esenciales: que un creyente no tiene nada que temer del progreso del saber, porque la fe y la razón proceden del mismo Dios y a Él conducen; que el noble ejercicio de pensar nos ayuda a descubrir lo mejor que hay en nosotros; y que se puede proclamar el Evangelio de siempre poniéndolo en sintonía con las nuevas formas de pensar que ha descubierto el hombre.

Cuando los planes de estudios universitarios de los últimos años han eliminado prácticamente todas aquellas materias que enseñaban a pensar y a hacer preguntas, este Santo tiene mucho que decir, pues donde se adormecen el pensamiento, la búsqueda de la verdad y la capacidad crítica, aparecen el vacío y la barbarie. En los últimos tiempos, asistimos a episodios de violencia protagonizados por personas jóvenes y ha saltado la alarma ante el desarme moral que se advierte en una parte importante de la juventud. Hay multitud de personas, cada vez más jóvenes, que se encuentran más solas cada día, más carentes de la cercanía cálida de sus padres y más alejadas de la reflexión sobre los valores que dignifican la existencia humana. Provistas de fuerza física y expertas en el manejo de todo tipo de artilugios, no tienen una orientación ética ni religiosa que les enseñe a descubrir lo mejor. Buscan sólo nuevas sensaciones y experiencias; y dado que no encuentran razones para no hacerlo, torturan y matan a compañeros, a mendigos e incluso a quienes les han dado la vida.

Porque el aniquilamiento de la reflexión, de la educación en valores y de toda fe religiosa lleva a la destrucción del alma de persona. De ahí la importancia de recordar y celebrar a maestros como Santo Tomás, que nos enseñan a pensar, a vivir el Evangelio en las nuevas circunstancias culturales y a descubrir que la persona es un proyecto que, en diálogo con los otros, se puede encontrar con lo mejor de sí misma cuando busca la verdad. Un diálogo en el que Dios tiene mucho que decir hoy como siempre. Lejos de ser un obstáculo para la tolerancia y la vida democrática, Dios es su garantía más firme.

Como dejó escrito Julián Marías, ese excelente pensador y buen católico que murió en fechas recientes, "en la condición de imagen de Dios, entendido como Padre, se funda la fraternidad de los hombres, tan difícil de justificar sin ella. La hueca `semejanza’ entre los humanos no parece razón suficiente para establecer relaciones de hermandad entre ellos. En esta otra perspectiva (la cristiana) se convierte en comunidad de origen y modelo de vocación y destino. El prójimo lo es por su efectiva proximidad y es hermano por la común filiación divina, por ser cada uno amado por el Padre. En esta concepción, cada hombre es único, conocido personalmente por el Creador, con su nombre, por el cual espera ser llamado".

+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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