NoticiaColaboración Desescalando la mirada Publicado: 23/06/2020: 20333 Mercedes Rivera Cuello Mercedes Rivera Cuello es pediatra y profesora asociada de la UMA (Universidad de Málaga). «Las mujeres siguen muriendo al dar a luz y los niños mueren de hambre y de infecciones de las que disponemos de vacunas hace años. Y sí, allí también llegan esta y todas las pandemias» En estos meses, hemos presenciado un desmoronamiento drástico de los ritmos vitales establecidos. Todo lo que asumíamos como normal ha sido fulminado y centrado en un solo objetivo: sobrevivir a la pandemia de SARS-CoV-2 y mitigar sus consecuencias sanitarias, económicas y sociales. Y aún seguimos en ello. Ahora que todos comenzamos a salir de esta hibernación ficticia en la que hemos estado inmersos y retomamos rutinas, quehaceres, celebraciones y encuentros con nuevos riesgos e incertidumbres añadidos a nuestra mochila, se hace más necesario que nunca desescalar nuestra mirada por encima de las impuestas mascarillas. En este tiempo hemos pasado miedo, temido por nuestras vidas, encontrado el límite de nuestro sistema de salud y rozado el abismo de sentirnos sanitariamente desprotegidos. Hemos vivido un suspiro del día a día que tantos hermanos viven a 14 kilómetros de nuestras costas en ese continente inmenso “sin frío”, África. Cada vez que he oído ese “juntos podemos” pensaba, oraba, meditaba… ¿Junto a quién? ¿A quién uniremos nuestro hombro? ¿A quién agarraremos de la mano? Las desigualdades e inequidades en salud son una de las heridas abiertas de este mundo que nos hemos inventado, pero que en periodos como el que estamos viviendo se hacen aún más sangrantes. En África, con 5 camas de hospital por cada millón de personas (en Europa son 4.000) y sólo 2.000 respiradores funcionales en los servicios de salud pública de todo el continente (en muchos de los países africanos sólo existen una docena de respiradores para poblaciones de millones de habitantes), las mujeres siguen muriendo al dar a luz y los niños mueren de hambre y de infecciones de las que disponemos de vacunas hace años. Y sí, allí también llegan esta y todas las pandemias. La salud global y la cooperación sanitaria adquieren en estos momentos un nuevo sentido, por supuesto. Pero para los cristianos esta realidad nos zarandea desde lo profundo, como dice la plegaria eucarística: “inspíranos el gesto y la palabra oportuna frente al hermano solo y desamparado”. Y ¿cómo hallarlo si no desconfinamos hasta el final nuestra mirada para empaparnos del otro?, ¿de ese que camina a 14 kilómetros de olas de nuestro micromundo? Así pues, como decía san Francisco: “comencemos, hermanos, porque hasta ahora poco o nada hemos hecho”.