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«Se adelanta a prepararnos sitio», homilía en la Misa funeral de Trini Samos

Publicado: 11/01/2014: 14460

Queridos sacerdotes, queridos hermanos y hermanas: El tiempo de Adviento cultiva nuestros corazones para convertirlos en posada que albergue el Nacimiento del Hijo de Dios.

Estamos en vigilante espera, junto a María y José, aguardando la Buena Noticia. Aquella primera venida en el tiempo, la hacemos memoria afectiva y la recreamos con la ayuda del Tiempo litúrgico. Celebramos la octava preparatoria de la Navidad y en estos días, donde la piedad popular celebra las antífonas de la ¡Oh! que introducen el Magníficat en las Vísperas, rezamos hoy: “Oh Renuevo del tronco de Jesé, que te alzas como un signo para los pueblos, ante quien los reyes enmudecen y cuyo auxilio imploran las naciones, ven a librarnos, no tarde más!” Esta impaciencia por la llegada del Salvador la ha vivido Trini Samos. No ha aguardado la venida, ha salido al encuentro de su Señor, como la esposa sale al encuentro del esposo.

El santo Maestro y Doctor San Juan de Ávila decía en una de sus Cartas: “Cuando parece que se llega la hora de la muerte, si fueses hijo que amases a tu Padre celestial, disfrutarías, porque se llega la hora de ir a verlo y a gozarlo. Si fueses buena mujer, leal a tu marido, cuando dijesen que venía, te alegrarías, porque deseabas verlo”. (Carta 82). En Trini se cumple plenamente tanto la enseñanza espiritual que trasmite el santo Maestro Ávila como el ejemplo: ella, ha vivido la enfermedad gozándose y deseando el encuentro con el Señor, agradeciendo los largos años vividos y preparándose también para el reencuentro con Pedro su esposo, con el que ahora tiene tantas cosas que hablar.

Estamos reunidos para celebrar esta Eucaristía, con el cuerpo presente de Trini Samos, fundadora del Movimiento de Apostolado Familiar San Juan de Ávila. ¿Qué nos ha convocado?

- Nos ha congregado la fe, que en estos momentos es para nosotros una dulce respuesta  al sentido de la vida y al por qué de la muerte: el haber dedicado toda una vida entregada a Dios y a los demás no es un sin sentido, no se pierde lo trabajado… Dios recoge y paga ciento por uno. Trini y Pedro son un signo de fecundidad espiritual: ellos han engrandado a la fe a cientos de hijos e hijos, que hoy le despedidos con agradecimiento.

- Nos acompaña la esperanza, que nos abre un horizonte luminoso más allá de lo que ven nuestros ojos. Todos sabemos que no puede contenerse en un féretro ni reducir a cenizas la vida y el espíritu que la alienta: hay un más allá que recoge toda la bondad compartida. Trini nos adelanta en la esperanza y como madre espiritual de muchos, ayuda a Jesús a prepararnos sitio.

- Y la fe y la esperanza nunca caminan solas. El amor las une y les da fuerza. En Trini, hemos aprendido una hermosa lección sobre el amor: sabemos cuál es su origen: Dios que nos ama. Y nos ha enseñado a beber en la mejor fuente del amor: la oración, el trato amigable con quien sabemos que nos ama. Y el amor de Dios, como un manantial insaciable, se desborda siempre en amor al prójimo.

El Movimiento Familiar que ella ha alentado ha sido una escuela de amor, alentada por el amor a Jesucristo y la devoción filial a María, bajo la advocación entrañable de Nuestra Señora de Fátima. Como toda obra de Dios gestionada por los hombres, con sus luces y sus sombras, ha  querido ser  –y es- un buen samaritano para muchas personas: ha fortalecido lazos matrimoniales, ha vuelto a unir lo roto, nos ha enseñado que la palabra perdón es más hermosa que el odio o la revancha; ha acompañado los primeros pasos de matrimonios en el hermoso aprendizaje de ser esposos y padres… ha roto la soledad de muchas personas que han encontrado en la Comunidad una familia amplia de múltiples pareces y sentidos, pero con un corazón leal que no puede hacer daño. Trini ha sido una infatigable misionera del amor de Dios, llevando con el espíritu apostólico de San Juan de Ávila la riqueza del amor a muchas personas.

Decía San Juan de Ávila: “La muerte es el espejo en el cual se ven las cosas claras y del tamaño que son” (Carta 323).  En la muerte de Trini podemos apreciar la grandeza de su amor: amor a Dios sobre todas las cosas;amor a la Iglesia, como hija fiel, que se muestra en su devoción al Papa, sea el que sea, y la fidelidad al Concilio Vaticano II, como referente afectivo y doctrinal; amor a Pedro esposo y compañero de vida y apostolado;amor a su familia natural;amor a la larga familiar espiritual que ha engendrado y de la que todos nosotros somos testigos y beneficiarios.

Trini nos ha recordado a todos que mantengamos el “espíritu del Movimiento”. Después de recibir la Unción, confesar y comulgar, le dije, Trini¿por qué no resumes el “espíritu del Movimiento”? Sus palabras fueron estas:«Bautismo, que nos llama a ser santos; Eucaristía, que centra nuestra vida en una comunión con Cristo; Oración, como diálogo con el Maestro y amigo. Amor a la Iglesia, conociendo sobre todo el Concilio y el Magisterio del Papa. Y Apostolado: no podemos reservar para nosotros lo que se nos hadado. Lo hemos recibido gratis hay que darlo gratis y con generosidad. Este es un Movimiento que ha nacido y ha crecido con el boca a boca, con las sintonías del corazón, antes que con la fuerza de las ideas o los grandes medios. Y la Virgen…, hay que rezar el rosario con la sencillez y la ilusión de los pastorcillos de Fátima; el rosario nos une a María, nos acerca a Jesús y nos llena el alma de paz».

La Iglesia de Málaga –os trasmito el afectuoso saludo de nuestro obispo Jesús-, todos los miembros del Movimiento de Apostolado Familiar San Juan de Ávila, agradecen a Dios el regalo de la vida de Trinipara todos nosotros. Y le pide que lo que ha sido obra de sus manos se prolongue con el esfuerzo de las nuestras, alentadas por la gracia de Dios y un renovado deseo de apostolado, al que estamos urgidos por el Papa Francisco.

En nuestra última conversación, le lleve este pensamiento de San Juan de Ávila para comentarlo juntos. Os lo ofrezco como epitafio de su vida: “No es muerto quien con Dios vive. No lo lloréis, pues él goza de la fuente perpetua de la alegría” (Carta 107). “No se nos pase el tiempo en llorar como muerto al vivo, sino entendamos en vivir como él, para ir a reinar con él” (Carta 27).

Gracias Trini. Gracias por todo. Saluda a Pedro y sigue rezando por nosotros, hasta que  nos reencontremos en la Casa de Dios, la hermosa Betania en la que nos sentaremos juntos en el banquete del Reino, descansaremos en los brazos amorosos del Padre y atentos a las palabras del Maestro y Señor, escucharemos de nuevo la voz de María que nos dice: ¡haced lo que Él os diga!

Autor: Alfonso Crespo

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