DiócesisPastoral de la Salud

El perfil del agente de pastoral de la salud

Publicado: 15/10/2010: 7000

Debe tener equilibrio psicológico, sana motivación, control emocional, buena reputación y estima, facilidad de comunicación con el enfermo, su familia y profesionales; ha de saber trabajar en equipo, ser perseverante, de mentalidad abierta, deseoso de aprender y perfeccionarse.

Ha de manejar la estructura y funcionamiento del mundo de los diferentes centros sanitarios. Este es muy diferente al de la Iglesia. El hospital es una síntesis de todo lo que acontece en la sociedad. Tiene todo tipo de gentes: ejemplares y no, de diferentes credos religiosos y de diferentes escalas de valores. En definitiva, el hospital presenta una realidad paradójica que desafía la creatividad cristiana.

Ha de tener una fe indestructible en el valor y significado de la vida. Y mucha esperanza fundamentada en su fe en Jesús que es culminación de la historia y "que enjugará todo dolor y llanto" (Apoc. 21,4). Persona experta en "medicar el dolor del alma" Este dolor precisa ser escuchado y tratado. Escuchar las voces del sufrimiento es realmente un arte exigente. Finalmente, que sea rico en gratuidad. Exponente del don de la gratuidad, ofertando un tesoro que pueda ser rechazado o recibido con indiferencia. "Gratis lo han recibido. Denlo gratis" (Mt. 10,8) Ha de encarar el estilo de Jesús que fue sano, saludable, sanador.

Ante todo debe ser una persona de honda experiencia de Dios, que haya experimentado fuertemente en su vida la gracia y presencia de Dios, también su ausencia; que ha purificado la propia vida desde la fe y el sufrimiento; que acepte el misterio de la debilidad de un Dios crucificado; que esté en comunión con la comunidad eclesial de quien recibe delegación, preparación y alimento espiritual.
 
Es deseable que posea buena preparación teológica, conocimiento de la doctrina cristiana, de la Biblia para dar "razones de esperanza" cuando sea cuestionado. La palabra de Dios lo ayudará a reconfortar, a encontrar motivos de esperanza y a dar sentido a las situaciones humanas. Precisará una visión clara de la obra de Cristo Redentor, así como de la misión de la Iglesia frente al contexto de un pluralismo religioso, sin prejuicios o juicios moralizantes.
 
Será muy creativo en su modo de presentar el don de Dios, como en la oración. Debe ser una persona muy humana, es decir: amable, altruista, generosa, disponible, gentil, abierta a todo lo existente en la mente y corazón del hombre. Ha de conocer suficientemente los componentes de su persona: los negativos para corregirlos y los positivos para potenciarlos y sacarles fruto.
 
 
 
 

Autor: diocesismalaga.es

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