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Diario de una adicta (LVIII). Buscando la paz

Publicado: 12/05/2017: 3171

Ha sido mi madre, la que me ha aportado una perspectiva nueva, insólita para mí, pues yo me esfuerzo en olvidar, pero la historia, en ocasiones, se me hace presente con matices tristes y traumáticos.

Ella, con la psicología del amor, me ha mostrado y demostrado, la fuerza y la riqueza inmensa del perdón, y yo estoy aprendiendo a imitarla; ya estoy consiguiendo perdonar y perdonarme a mí misma y, nadie, nadie, se puede imaginar la libertad que estoy alcanzando de todas mis esclavitudes y sombras: estoy recuperando como un paraíso perdido, o mejor dicho, limpiando y saneando ese paraíso que todos llevamos dentro.

Una de mis metas más próximas, es conseguir que mi mente se tranquilice y se serene; para ello necesito estar mucho tiempo conmigo misma. Bucear por dentro para apartar pensamientos negativos y sembrar ideas reconfortantes. Un pensamiento o una idea, vivida con ganas, modifica plásticamente la zona cerebral correspondiente, de una manera similar a la de cualquier fármaco, sólo ha cambiado la sustancia de química a no química, pero las modificaciones orgánicas y funcionales son evidentes. Se demuestra con las modernas técnicas de tomografías cerebrales. Tampoco nadie duda que un  pensamiento puede cambiar al mundo, desde luego lo hace de manera directa, eficaz y eficiente con cualquier persona.

Somos arquitectos de nuestro propio cerebro, y aunque el mío, todavía no se encuentra para muchos trotes, ya sé que mis posibilidades se encuentran muchos más allá de lo que puedo imaginar. Cuando pienso en estos recursos, me entra una sensación de ánimo y me lanzo a la búsqueda de ideas que me puedan proporcionar paz.

Hace días, me hice una reflexión que ha sido como un fogonazo de luz: se me ha hecho evidente que las drogas no añaden nada a nuestras potencialidades, sólo hacen estimular nuestros resortes. Los coge como prestados y los activan para que ellos produzcan una experiencia mental que se vive como buena y placentera. El problema es que las consecuencias son negativas y producen una enfermedad grave y de larga duración. Pero el asunto es que esas experiencias yo me las puedo producir fisiológicamente utilizando esos mismos recursos. Puedo activar todo el mecanismo a voluntad y sólo es cuestión de entrenamiento. Todo lo que la droga me puede proporcionar, lo puedo conseguir yo sola, sin necesidad de ella.

Ahora me acuerdo de una amiga colega que me aseguraba que si encontrar una sustancia, la que fuera, que la alejara de la soledad, le aliviara de miedos y temores, disminuyera sus ansiedades, le hiciera olvidar los problemas, aunque sólo fuera un rato, y al día siguiente no tuviera problemas de ningún tipo, es decir no salieran consecuencias negativas derivados de su uso, nunca dejaría de consumirla y gastaría todo el dinero que fuera preciso.

El convencimiento de que yo puedo controlar mi mente y disfrutar de sus riquezas, ha sido un descubrimiento que me ha desbordado de alegría. ¡Yo puedo conseguirlo! El optimismo se introduce en muchas ocasiones en mi vida y me impulsa a intensificar el trabajo de autoconocimiento.

José Rosado Ruiz

Médico acreditado en adicciones

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