Noticia SÁBADO SANTO. Jesús, esperado Txema Rodríguez, de la exposición de SUR "Tribuna de un forastero" Publicado: 04/04/2015: 5254 Por Rosario Marín Malavé ¿Y ahora qué? ¿Es este el final? La muerte de Jesús nos interroga, en este día de silencio litúrgico y de espera aunque sabemos la respuesta desde la fe. Tenemos un día para hacernos cargo de la decepción de los discípulos que lo vieron morir, del desgarro de María que recogió su cuerpo muerto, y de la aparente derrota de Jesús que desciende a los infiernos. Es un día para mirar a nuestro alrededor y traer al corazón todo lo que necesita ser rescatado de la muerte en nuestro mundo y en nosotros. Hay muchas decepciones, muchos desgarros, por la injusticia, la violencia, la corrupción y la mentira. «Estáse ardiendo el mundo», nos diría Santa Teresa, y «en estos tiempos son menester amigos fuertes de Dios para sustentar los flacos». Hoy y en todos los sábados santos de nuestra vida, cuando el silencio y la oscuridad nos acobarden más que el sufrimiento, tenemos a María, que en el dolor resistió firme en la fe y esperó la Resurrección junto a las amigas y amigos de Jesús. Como dice Teresa «debía ser terrible cosa lo que pasaron» al pie de la Cruz, pero «con otro dolor mayor, no sentirían el suyo». María «estaba al pie y no dormida, sino padeciendo su santísima ánima y muriendo dura muerte», por eso Ella es fortaleza y consuelo nuestro, porque «siempre nos consuela más quejarnos a los que sabemos sienten nuestros trabajos y nos aman más». En compañía de María, unidos a la comunidad en oración y espera, las horas de este sábado de aparente tristeza y vacío se nos pasan más deprisa porque, además, somos unos privilegiados que podemos adelantar el gozo «pensando la gloria que esperamos y el amor que el Señor nos tuvo y su Resurrección».