«Mi madre me enseñó la primera oración. Todas las noches se sentaba con mi hermano Fali y conmigo, antes de dormir, y nos hablaba del Ángel de la Guarda y le rezábamos juntos». De este modo narra si primera experiencia de oración este periodista “malagueñero” (término acuñado por él para definir a quienes trabajan por Málaga) que constituye una de las voces más reconocidas en el ámbito de la comunicación religiosa y cofrade, con muchos años de micrófono en PTV y Cope Málaga. La radio es también una herencia de su pasado. «Recuerdo a mi familia entera alrededor de una radio de válvulas escuchando homilías que terminaban con el rezo del rosario. Era el momento de unión, de encuentro. La radio era el nexo de las familias, como después lo fue la televisión. Cuando éstas se apagaban en señal de luto por el fallecimiento de algún familiar, era mi abuela la que dirigía los misterios del rosario que se aplicaba por su alma», cuenta. Coco se formó en los Maristas, donde «el rezo era diario en clase o en una pequeña capilla en el primer piso donde había una réplica de la Virgen de la Victoria. En el mes de mayo, bajábamos a rezar a la capilla “grande”», recuerda. Ahora, su oración puede ser en cualquier momento del día. «Igual por las noches, con el rosario en la mano, que cuando voy conduciendo o me viene algún recuerdo. Rezo mucho por mis amigos, por mi familia, por aquellos que lo están pasando mal, para que encuentren esa paz que la oración me procura a mí»

La oración es para él «la forma de reencontrarme conmigo y con Dios, de recordar la pasión de Jesús por nosotros, de mostrar el Amor de madre a la Virgen María, de sentir su cercanía. Siempre los imagino escuchando mis plegarias. Cuando rezo, expreso mis sentimientos que es el lenguaje del alma».  Reconoce orar cuando llegan momentos difíciles, pero también en los buenos, «en los de felicidad me gusta agradecerles tanto y por tanto que me conceden en la vida: mis hijos, nietos, familia, la salud...»

ROCÍO Y TIERRA SANTA

Este cofrade reconoce tener dos lugares preferidos para orar: “delante de la capilla de Nuestro Padre Jesús El Rico y la Virgen del Amor en la iglesia de Santiago, y en el Rocío, delante de la Virgen o caminando en la inmensidad de aquellos lugares, que tienen algo especial, único, e invitan al regocijo del alma. Allí se siente una espiritualidad especial que, curiosamente, también he sentido en algunos lugares de Jerusalén y en la Casa de la Virgen cerca de Éfeso. Fue algo inexplicable, un sentimiento tan exclusivo que verdaderamente me sobrecogió».

Si tiene que quedarse con una oración, elige el Padrenuestro, «que recuerdo hasta en latín. Aunque soy más de contarle a Jesús y a su madre los secretos de mi existencia, de mi vida, hablarles de los sentimientos más o menos profundos, del día a día», reconoce.