No hay más que mirar las fotos de la entrega para comprobar que fue toda una sorpresa.

Así es. Yo iba a la Misa de 11,30, como todos los domingos y, cuando escuché que me nombraban a mí y a Francisco, me quedé paralizado. Ahí ya me di cuenta de que estaban en el templo mi familia y mis amigos. Nuestro párroco, D. Fernando, lo tenía todo muy bien organizado y no me había enterado de nada hasta ese mismo día.

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¿Y qué significó para usted recibirla? 

Pues fue algo muy grande. Desde que me jubilé estoy como voluntario en la iglesia, con todos los sacerdotes que han ido pasando, y lo hago por el que está en el Sagrario y por los hermanos. Aquí estoy para lo que se necesite, ya sea cuidar las plantas, abrir la puerta para las reuniones y celebraciones, estar pendiente de los proveedores, de la economía… Es bueno por donde quiera que lo mires porque así no conoces al aburrimiento y, a la vez, haces una gran labor. 

¿Qué destacaría usted de su labor en la parroquia?

Me encanta estar con la gente, con la feligresía, hablar con ellos, con el párroco. Además, por supuesto, voy a todas las misas que puedo, a todo no puedo ir porque soy abuelo de cinco nietos y me necesitan. Mi esposa y yo estamos muy pendientes de ellos.

¿Cuál es su acción de gracias a Dios?

En primer lugar, por estar como estoy con 80 años que tengo ya. Estoy bien de salud, con los achaques clásicos de la edad, pero que me encuentro bien. Yo creo que mientras esté rodeado de los santos en San Juan, eso lo que me mantiene con tanta salud (se ríe).

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