NoticiaHistoria de la Iglesia Pontificado de Pío IX (IV) Historia de la Iglesia Publicado: 09/04/2018: 3984 En política exterior, Pío IX tuvo serios problemas con Italia, Prusia, Francia y Suiza. El 20 de septiembre de 1870, los piamonteses entraban en Roma por la Puerta Pía. Hasta entonces, el Papa estuvo protegido por un cuerpo militar francés, pero con ocasión de la guerra francoprusiana, los soldados franceses destacados en Roma, abandonaron la ciudad. El papa quedó indefenso, circunstancia aprovechada por los piamonteses para entrar en Roma. El rey Víctor Manuel, por la ley de “garantías” concedía al Papa la inviolabilidad personal, la libertad de comunicación con la Iglesia Universal y una renta anual de tres millones de liras. Pío IX rechazó y empezó a vivir como prisionero en el Vaticano. En Prusia, el canciller Bismarck, con el pretexto de la definición de la infalibilidad pontificia, inició una campaña contra la Iglesia Católica, el Kulturkamf. Expulsó a los jesuitas, suprimió a los clérigos la obligación de obedecer al Papa y les quitó el privilegio de exención del servicio militar. Controló la predicación, las escuelas católicas y los seminarios. Suprimió todas las órdenes religiosas no dedicadas al servicio de los enfermos. A la muerte de Pío IX, más de mil parroquias habían sido suprimidas en Alemania, todos los seminarios y conventos se habían cerrado y centenares de clérigos habían sido expulsados. Posteriormente, la política del Kulturkamf se suavizó, gracias a la actuación de los obispos alemanes y a la de los diputados católicos que organizaron el partido del “Zentrum” que se opuso a todas estas leyes. En Francia, tras la caída de Napoleón III, el terror se hizo presente en las calles de parís. El arzobispo y 40 sacerdotes fueron asesinados por las turbas. A partir de la implantación de la Tercera República, el anticlericalismo arreció. Los jesuitas fueron expulsados de Francia. Los presidentes Gambetta, Ferry y Bert persiguieron denonadamente a la Iglesia. Este panorama europeo afectó sobremanera el ánimo del papa Pío IX que nunca pudo ver el resultado de estos conflictos .