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La Teocracia Pontificia. Crisis (y II)

Publicado: 22/12/2015: 3284

Uno de los papas más desdichados que ha gobernado la Iglesia fue Bonifacio VIII (1294-1303). Dotado de grandes cualidades, excelente canonista, fuerte de carácter y enérgico en sus decisiones. Su gran desgracia fue el choque contra el más poderoso gobernante de la época, el rey francés Felipe IV el Hermoso.

Felipe IV, después de someter a la nobleza francesa y con el pretexto de defender a la Iglesia de Francia, administró a su antojo las diócesis francesas. Este rey, necesitado de recursos, impuso a los clérigos diversos tributos sin licencia papal; las contribuciones fueron tan abusivas que muchos clérigos franceses recurrieron al papa Bonifacio VIII.

Enterado el Pontífice, publicó una bula en la que prohibía a los príncipes, bajo pena de excomunión, el exigir al clero cualquier tributo sin licencia de la Sede Apostólica. Felipe IV procedió con astucia; prohibió la exportación de moneda y metales preciosos fuera de Francia. Este edicto era un golpe durísimo a las finanzas pontificias. Después de serios percances, como fue la falsificación de la bula “Ausculta, fili”, por mandato del rey francés, el monarca prohibió que los prelados franceses fueran a Roma. 

Ante tal actitud, Bonifacio VIII publicó la célebre “Unam Sanctam” (1302), en la que sostiene que el poder temporal ha de subordinarse al espiritual, por ser éste más excelente que aquel. El conjunto de la bula indignó al rey francés y éste, aconsejado por Nogaret y con el beneplácito del Parlamento de París, apeló a un concilio con el fin de deponer al Pontífice.

En septiembre de 1303, un grupo de 600 hombres armados y dirigidos por el ministro Nogaret entró en Anagni, ciudad en la que descansaba el Papa. Intentaron, con violencia, destronar al Pontífice. Los ciudadanos de Anagni se alzaron contra los intrusos y liberaron al Papa. Como resultado de aquella agresión, el Papa enfermó gravemente y murió al mes del sacrílego atentado. En adelante, la crisis del Pontificado tendrá dos nombres: Aviñón y el Cisma de Occidente.

Santiago Correa

Sacerdote Diocesano

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