San Mateo es el único evangelista que relata este acontecimiento de la infancia de Jesús. Los Magos, desde el Oriente llegan a Belén, guiados por una estrella, y adoran a Jesús, ofreciéndole oro, incienso y mirra. La tradición cristiana ha visto en este relato la manifestación de Dios a los pueblos gentiles.

La literatura apócrifa se hace eco de esta narración. Actualmente "apócrifo" significa lo no canónico, lo no inspirado, que puede contener un núcleo de verdad o ser pura fantasía. En el evangelio armenio de la Infancia aparecen tres magos: Melkon, rey de los persas; Gaspar, de los indios y Baltasar, de los árabes. La versión etiópica también consigna el número de tres: Tanisurum, Malik y Sissebá. La tradición oriental asegura que eran 12 los magos. Los armenios, que eran 15. En las catacumbas aparecen dos, tres y cuatro, vestidos con el traje clásico persa. En el Occidente, prevaleció el número de 3.

El evangelio árabe de la Infancia es el más fantasioso. Narra que María regaló a los magos un pañal. Al regresar los magos a su tierra, encendieron fuego y lo adoraron. Después arrojaron el pañal a una hoguera, pues eran adoradores del fuego, pero el pañal no se quemó, permaneció intacto, lo besaron y lo guardaron como un tesoro. Esta reliquia se conservó en Constantinopla hasta el siglo XIII. Fue llevada a Francia y destruida durante la revolución. Los Magos pasaron de adorar al fuego, a adorar al verdadero Dios.