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Concilio Vaticano II: arduo trabajo

Publicado: 10/12/2013: 2970

Los meses anteriores a la cuarta y última sesión fueron de una febril actividad en las diversas comisiones conciliares; había que concluir lo que se había iniciado con tanto esfuerzo. El 28 de octubre de 1965, se publicaron tres decretos y dos declaraciones. El decreto sobre “El ministerio pastoral de los obispos”, amplio documento en el que se analiza la relación de los obispos con la Iglesia universal, con las Iglesias particulares o Diócesis, con el clero diocesano y los religiosos; es de gran importancia la creación del Sínodo episcopal presidido por el Papa

 Otro decreto aprobado fue el de “La renovación de la vida religiosa”, documento que marca las pautas para la mejor realización de la vida consagrada, con diversas consideraciones respecto a los votos y a la vida en común. El tercer decreto “Sobre la formación sacerdotal” establece la organización de los Seminarios mayores, los planes de estudio, la revisión de los mismos y el perfeccionamiento intelectual posterior. Muy interesante fue la declaración “Sobre las relaciones con las religiones no cristianas” y, en concreto, con el judaísmo y el islamismo, que a pesar de las desavenencias históricas, hay que superarlas en un clima de concordia y paz. La última declaración “Sobre la educación cristiana de la juventud” está dirigida a padres y educadores; se realza la importancia de la escuela católica y de las universidades y facultades eclesiásticas.

El 18 de noviembre se aprobó la constitución dogmática “Sobre la divina revelación”, la “Dei Verbum”. Interesantísimo documento en el que se analiza la naturaleza de la revelación, su transmisión, la inspiración en el Antiguo y Nuevo Testamento, la interpretación bíblica, y se recomienda la lectura asidua de la Biblia y su estudio diligente. También en la misma fecha se publicó un extenso decreto “Sobre el apostolado de los laicos”; en dicho documento se recalca la importancia de los seglares en la misión de la Iglesia, el apostolado seglar, de los diversos campos y formas del apostolado seglar y de la formación para el desempeño de ese apostolado.

El 7 de diciembre se publicó uno de los documentos más interesantes y extensos del Vaticano II, la constitución pastoral “Sobre la Iglesia en el mundo actual”, la “Gaudium et Spes”. En esta constitución se analiza la situación del hombre en el mundo de hoy con sus esperanzas y temores, la dignidad de la persona humana, la problemática del ateísmo, el sentido de la comunidad humana, la dignidad del matrimonio y de la familia, del progreso cultural, de la desigualdad económica y social, de la comunidad política y del fomento de la paz. El mismo día, Pablo VI firmó el decreto “Sobre el ministerio y vida de los presbíteros”, en el que se analiza la naturaleza del presbiterado en la Iglesia, las funciones del presbítero, la vocación del presbítero a la perfección y la justa remuneración en sus necesidades materiales. En la misma fecha, se aprobó el decreto “Sobre la actividad misionera de la Iglesia”: la Iglesia, por designación divina, es esencialmente misionera, es decir, comunicadora del Evangelio en orden a la conversión, tarea encomendada a todos los cristianos y de un modo especial a determinados institutos religiosos.

Declaración importantísima y muy debatida fue “Sobre la libertad religiosa”, la “Dignitatis humanae”, firmada por Pablo VI el 7 de diciembre. La minoría conciliar defendía la defensa de la verdad y de la religión católica como punto de partida, pero la mayoría pidió que se partiera del derecho de la persona humana a acceder libremente a la verdad según la conciencia de cada cual. Y así fue definida la libertad religiosa como un derecho de la persona. Al día siguiente, 8 de diciembre, el Santo Padre Pablo VI clausuraba, en una solemne ceremonia, el Concilio Vaticano II.

Autor: Santiago Correa, sacerdote

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