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Concilio I de Letrán, primero celebrado en el Occidente latino

Publicado: 15/07/2013: 6226

Este Concilio no proclamó ningún dogma. Sus decisiones fueron todas disciplinares. pero se dio un gran paso en la solución de algunos de los graves problemas que afligían a la cristiandad medieval.

Hasta ahora, los concilios ecuménicos se han celebrado en el Oriente cristiano, desde ahora se celebrarán en el Occidente latino. El Lateranense I fue convocado por el papa Calixto II (1119-1124). Y se celebró en la basílica de Letrán, la Catedral de Roma, sede episcopal del Papa. 

Tres graves problemas afectaban a la Iglesia desde el siglo anterior: la investidura laica, la simonía y la clerogamia. Desde antiguo, los obispos eran elegidos por el clero y por el pueblo y consagrados por el metropolitano de la región. Pero con el advenimiento del feudalismo, los nobles, príncipes y reyes empezaron a intervenir en la elección de obispos y de abades, sin tener presente las aptitudes y vocación de los mismos. Los reyes y príncipes conferían la investidura (entrega simbólica del anillo y del báculo) a un obispo a cambio del juramento de fidelidad de éste (vasallaje). Siempre lo hacían al amigo más adicto y fiel, tuviera o no vocación. El resultado fue que estos obispos se convertían en auténticos vasallos de los monarcas y a su vez en "señores" del territorio anejo al obispado. Al morir el obispo, el territorio retornaba al monarca repitiendo de nuevo la concesión de la investidura a otro obispo. 

Muy grave fue también el problema de la simonía o venta de un bien espiritual pro un precio material y en este caso la concesión de un obispado al candidato que en pública subasta pagara mejor. Muchos de estos obispos o abades simoníacos compraban el cargo mediante dinero obtenido de préstamos, y luego ya en posesión de su diócesis o monasterio satisfacían la deuda, vendiendo objetos de arte, beneficios, etc. El resultado era lamentable. 

Estos obispos y abades sin vocación incumplían el deber del celibato (clerogamia), viviendo públicamente con sus concubinas, con el consiguiente daño moral a los fieles. Igual ocurría en el clero. No obstante debe advertirse que hasta el Concilio de Letrán (1123) el matrimonio de los clérigos era ilícito, pero no inválido. Por esta razón se comprende que muchos clérigos vivieran con absoluta tranquilidad de conciencia. La Iglesia condenaba todos estos desórdenes y urgía el celibato clerical. A los fieles se les prohibía el trato con los sacerdotes concubinarios; a éstos se les excomulgaba si celebraban la Eucaristía. Pero todas estas medidas resultaron ineficaces. El papa Gregorio VII (1073- 1085) emprendió una serie de reformas e igualmente hicieron sus sucesores; es la llamada "reforma gregoriana". 

Fue Calixto II (1119-1124) quien en el Concordato de Worms (1122) logró resolver la querella de las investiduras y de acuerdo con el emperador Enrique V. Éste renunciaría a la investidura, dejando a la Iglesia plena libertad de elegir y consagrar obispos. Se admite la presencia del emperador en la elección de los obispos, y en caso de elección dudosa, se concede al emperador, de acuerdo con el metropolitano, la facultad de decidir. El obispo electo recibía de manos del emperador un cetro representativo de las temporalidades anejas al obispado, pero renunciando a la investidura eclesiástica. Al año siguiente (1123) Calixto II convoca el Concilio Lateranense I. Asistieron unos 300 obispos y numerosos abades. Se promulgaron 25 cánones. 

En ellos se condena la simonía (canon 1), se prohíbe el concubinato de los clérigos (canon 3), se renueva la observancia de la "Tregua de Dios" (prohibición de la guerra entre cristianos desde el jueves al domingo, e incluso en Adviento y Cuaresma), se concede indulgencia plenaria a los cruzados asegurando la debida protección a sus familias, se condenan como incestuosas las uniones entre consanguíneos, se da un decreto en favor de la cruzada española y se determina que los monasterios estén sometidos a la autoridad de los obispos. Finalmente, se dio lectura a las resoluciones del Concordato de Worms. Todos los asistentes lo aprobaron. De esta manera se resolvió eficazmente la "querella de las investiduras". 

Este Concilio no proclamó ningún dogma. Sus decisiones fueron todas disciplinares. pero se dio un gran paso en la solución de algunos de los graves problemas que afligían a la cristiandad medieval.


 

Autor: Santiago Correa, sacerdote

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