NoticiaDiáconos Dionisio Arcos, de los tribunales al servicio del altar Dionisio Arcos y su esposa Pepi Gallego // E. LLAMAS Publicado: 04/10/2022: 15323 Dionisio Arcos Savignac está casado con Pepi Gallego Gallego. Tienen dos hijos mellizos, Rodrigo y Amelia, de 14 años, y pertenecen a la parroquia de Santiago, en Málaga. Dionisio es abogado y el próximo 22 de octubre recibirá, de manos del Sr. Obispo, la ordenación como diácono permanente. PODCASTS DIOCESANOS. Testimonio del nuevo diácono permanente Dionisio Arcos y su esposa, Pepi Gallego. Su esposa Pepi se muestra muy feliz porque «lo veo muy feliz y eso es para mí muy importante, así que siempre voy a dar mi sí para que siga adelante». Dionisio afirma que, su historia de amor comenzó hace 24 años, cuando se hizo novio de Pepi, en 2003 se casaron y la historia sigue y el diaconado permanente también forma parte de ella. «Desde pequeño he estado unido a la Iglesia pero, he de reconocer que, a mi manera. Soy cofrade desde los 11 años, pero siempre a mi manera. Después entré a formar parte del grupo de fieles de Medinaceli. Cuando la parroquia estuvo de reformas, nos trasladamos al Santo Cristo de la Salud y ahí empezó a removerse mi interior. El punto de inflexión tras el que tomé la decisión de cambiar mi vida se dio durante la oración que hicimos en la noche de la festividad de Medinaceli. Después de cerrar las puertas al público, dejamos el templo a oscuras, a excepción de las velas que alumbran al Cristo y nos quedamos el grupo haciendo oración. Y la mirada de Cristo se cruzó con la mía, de forma especial. Era Cuaresma. Tras esa oración, decidió hablar con mi párroco, Miguel Ángel Gamero, que me puso al habla con el entonces responsable del diaconado, el sacerdote Antonio Eloy Madueño. Ya han pasado tres años y medio de formación, estudios y una mayor implicación en la Iglesia, y soy muy feliz». Pepi recuerda la llegada de su esposo a casa aquella noche: «venía cambiado, muy ilusionado. Me preguntó qué me parecía lo que había sentido, de comenzar a formarse para ser diácono permanente y yo le respondí que “adelante”». Y después de aquella noche, han venido muchos otros cambios: «Soy abogado y la rama que siempre me ha gustado más y en la que más he trabajado ha sido la penal, desde que comencé en la Facultad, en 1993; pero, hace tres años, vi que tenía que renunciar a los turnos de oficio y las guardias y que dedicarme a esta rama del derecho suponía para mí una fuerte confrontación moral así que ya sólo me dedico al derecho civil y laboral. Y a nivel familiar también hemos vivido un gran cambio. Soy un hombre que vive en paz, a pesar de los tres años de sacrificio de estudios, pero soy mucho más feliz con lo que hago y eso se nota en toda la familia. Este cambio ha aportado equilibrio en mi vida». Pepi añade un dato más, sus hijos se han preparado para recibir la comunión en este tiempo: «No quisieron hacerla en su momento y nosotros no insistimos más pero, cuando el padre comenzó a prepararse para ser diácono permanente, ellos comenzaron a acompañarnos a Misa y nos dijeron que querían participar en la catequesis y recibir la comunión, y ahora se están preparando para la confirmación. Es más, la ilusión de mi hija es ser profesora de Religión. Yo creo que ven tan feliz al padre que se han implicado en su vida de fe».