«Siempre es una alegría recibir visita en tu casa y si, como es el caso, la visita es de alguien que viene a verte para cuidarte, guiarte, acompañarte y compartir con nosotros la misma vida de fe que nos une, aún mejor», expresaba el párroco, Carlos Acosta, «lo recibimos con la esperanza de que este acontecimiento fortaleciera nuestra fe, esperanza y caridad».

El primer lugar de la visita fue el hogar de una de las feligresas de la parroquia, que se encuentra enferma. «Eran las cinco de la tarde y en este caso, fue ella quien acogió al Sr. Obispo y quien le regaló un rato de testimonio y amor incondicional a la familia, rezaron juntos y dieron gracias a Dios», recuerda el párroco.

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Después comenzó la visita al complejo parroquial, el columbario, los salones y, por último, el templo, donde se encontraba la feligresía congregada para «darle la bienvenida a nuestro pastor, rezar vísperas ante el Santísimo Expuesto y recibir el sacramento de la reconciliación del Sr. Obispo», añade el párroco. 

Un tercer momento del encuentro fue el de la Asamblea Parroquial. «Preparando la visita nos preguntábamos: ¿cómo podemos ayudar al Obispo en su labor?, ¿cómo nos puede ayudar él a nosotros en nuestro camino de encuentro con el Señor? Y sobre eso estuvimos profundizando, sobre nuestro ser cristiano y el anuncio. Hubo momentos en los que el Obispo nos interpeló y en los que nosotros le interpelamos a él, como el buen pastor que cuida de que sus ovejas», afirma Carlos Acosta.

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La Visita Pastoral continuó con la celebración de la Eucaristía y la bendición del Sr. Obispo a los niños y un ágape fraterno. 

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«Estamos en el inicio de la Cuaresma, y ya se nos ha anticipado un regalo pascual, el don de la Alegría, muy presente en la vista pastoral. Como muestra, esta frase que expresaba una feligresa al día siguiente de la Visita: “Cada día nos sorprende el Señor. Ayer fue de esos días en que todos sentimos nuestra alegría”», concluía el párroco.