La ONG malagueña ‘Más nunca es menos’ me dio la oportunidad en mis vacaciones de agosto de 2018 de acercarme a la cooperación internacional, en concreto a la realidad de la ciudad de Korhogo, en Costa de Marfil, y sobre todo a la situación de la infancia y la maternidad.

Me permitió conocer muchas cifras de mortalidad infantil y niños prematuros, pero lo importante fue escuchar y estar con personas que buscan, a su manera y desde todo tipo de creencias, conseguir mejoras en sus vidas que a duras penas llegan; ver la fortaleza de las mujeres -sin duda el futuro de África pasa por ellas- que tiran de sus familias cada día. Sentir a bebés luchar por una oportunidad de vida que se les niega solo por haber nacido antes y en un determinado país.

La experiencia es indescriptible a nivel espiritual, personal y de unidad de las personas que fuimos y las que conocimos allí. Vas para dar lo mejor de ti, pero no sabes la inmensidad que recibes en una vivencia así. Iba para 15 días y me quedé todo el mes.

Creo que estas experiencias abren los ojos a otras realidades, ayudan a entender el sentido real de la palabra solidaridad, que más nunca es menos –nombre de la ONG-; y sentir pasión por las personas y no compasión. Comprendes que la suma de caminos que vienen del corazón es la clave. Que el amor es la clave.