NoticiaPeregrinaciones De la VIII a la X estación del Via Crucis Publicado: 14/04/2014: 15185 VIII estación: Jesús consuela a las mujeres que lloran por él Esta estación, está indicada sobre una cruz latina grabada sobre una de las paredes del monasterio Griego Ortodoxo de San Caralampus. Es bastante difícil de encontrar porque salimos del bazar por unas escaleras. La atmósfera del bazar desaparece y contemplamos el cielo abierto, cielo que en Jerusalén tiene presencia del Espíritu Santo o como dicen los judiós; Shejiná. El mensaje de Jesús a las mujeres nos sobrecoge: "llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos". ¡Qué fuerza hay que tener para consolar a los demás olvidando los propios problemas! IX estación: Jesús cae por tercera vez Acabamos de entrar en la terraza sobre el ábside de la Basílica del Santo Sepulcro, en ella se encuentran las celdas de monjes etíopes que subsisten pobremente y recuerdo a un teólogo malagueño que realizando una peregrinación me insistía en que el cristianismo respira con dos pulmones: oriente y occidente. Aquí se nos obliga a dejar nuestra cruz de madera debido al Status Quo que impera en la Basílica. En su interior, la basílica está dividida por sectores de las distintas denominaciones cristianas: Griegos Ortodoxos, Armenios, Coptos, Católicos… y surgen roces y conflictos entre ellos, aunque gracias a este mal menor todos podemos rezar allí. Ojalá nos levantemos de esta caída y nos unamos en un futuro cercano todos los cristianos. X estación: Jesús es despojado de sus vestiduras Las siguientes estaciones se veneran dentro de la basílica de la Resurrección. Al entrar por la puerta principal, lo primero que nos encontramos, venerada por decenas de peregrinos mayoritariamente de rito oriental es la piedra de la unción. Está oscuro, por eso y por todos los recubrimientos de mármoles, nos costará trabajo reconocer las dos escaleras de la derecha que suben al Gólgota (Cráneo). Tras este último esfuerzo, llegamos a la capilla del despojamiento de Jesús. La capilla está decorada profusamente con lámparas de aceite doradas como gusta a los cristianos ortodoxos y uno piensa demasiada decoración para quien se despojó de todo. Aquí lo desnudaron y se repartieron sus ropas. Aquí se despojó de su categoría de Dios y se entregó a una muerte de cruz.