NoticiaSantos El rector que se ofreció a morir en lugar de otro sacerdote Publicado: 27/08/2019: 16742 Cada 31 de agosto, la Diócesis de Málaga celebra el día de uno de sus beatos, el antequerano Enrique Vidaurreta, rector del Seminario de Málaga asesinado durante la persecución religiosa de los años 30. Nació el 10 de octubre de 1896. Sus padres, Enrique y Purificación, lo enviaron a cursar el bachillerato al Colegio San Estanislao, en El Palo. Se matriculó en la Universidad de Madrid y se formó en el Seminario de aquella ciudad, donde cursó la licenciatura en Filosofía y en Teología. En 1919 recibió la ordenación sacerdotal y se trasladó a Málaga. En los años de la Guerra Civil, fue detenido en el Seminario, junto a los sacerdotes que realizaban ejercicios espirituales. La noche del 30 de agosto se ofreció para la muerte en lugar de otro sacerdote enfermo, y fue llevado a las tapias del Cementerio de San Rafael para ser asesinado con un centenar de encarcelados el 31 de agosto de 1936, por defender la fe. El 28 de octubre de 2007 fue beatificado en Roma junto a otros mártires de la persecución religiosa del siglo XX en España. Con motivo del 83 aniversario del martirio del beato Enrique Vidaurreta, el sábado 31 de agosto, a las 19.30 horas, se celebra en la iglesia de San Sebastián, en su pueblo natal de Antequera, una Misa en acción de gracias por su vida y su testimonio. Testimonio para el Seminario En la Capilla del Buen Pastor del Seminario se puede admirar un óleo con la imagen del beato Enrique Vidaurreta y otra del beato Duarte. Y es que las figuras de quienes fueron rector y seminarista entre estas paredes siguen siendo actuales para el Seminario del siglo XXI. En palabras del actual rector, el sacerdote Antonio Eloy Madueño, «D. Enrique destaca por la pobreza y austeridad de vida, incompatible con un estilo de vida mundano. Pobreza que es desprendimiento por un deseo de seguir más de cerca al Buen Pastor. También hoy, en una sociedad hedonista y consumista, el sacerdote está llamado a presentar la pobreza y austeridad como un logro de la libertad que alcanzamos en Cristo, y que nos hace libres de nosotros y, por tanto, disponibles para amar a los más pobres». Además, «junto con san Manuel González, D. Enrique trabajará por una formación en la espiritualidad sacerdotal profunda y recia. Partiendo de la Eucaristía, el sacerdote está llamado a vivir como Cristo, una vida Eucarística y a hacer de esta, la fuente para unirse a Cristo y para darse como Cristo en favor de sus ovejas. Por eso, el lema que San Manuel González puso en la Cruz que orla al Buen Pastor, situado en el fondo de una gran forma Eucarística, sigue siendo plenamente actual y vigente para nosotros: “Pastor bueno, haznos buenos pastores, dispuestos a dar la vida pronto, por las ovejas”. Son algunos de los aspectos de la formación de ayer plenamente vivos en nuestro momento.