Noticia Rafael Vázquez: «Es contradictorio vivir el Evangelio y estar divididos» El sacerdote Rafael Vázquez Publicado: 17/09/2015: 12640 El pasado 22 de septiembre tuvo lugar la presentación del nuevo libro del sacerdote Rafael Vázquez, doctor en Teología Dogmática y profesor del ISCR San Pablo, sobre el diálogo ecuménico. Rafael acaba de ser nombrado delegado diocesano de Ecumenismo y así ve los retos que tiene en este campo pastoral nuestra diócesis. ¿Cómo recibió el nombramiento como nuevo delegado de Ecumenismo? Con un cierto respeto, con cierto miedo, como en cualquier misión que a uno se le encarga y para la que se siente en parte capacitado, porque es el Señor quien da las fuerzas para poder llevar adelante nuestra tarea, pero, por otro lado, contando también con las limitaciones que tiene uno. Cada tarea que me encargan siempre la veo como un servicio más a nuestra Iglesia, así la acojo y, si en ese campo yo puedo aportar algo, pues con disponibilidad total. Una tarea para la que está formado y que también conoce desde dentro. Lo de formado, yo siempre digo que soy un ignorante en ese campo porque es algo tan amplio y con tantos matices que uno siempre se ve con necesidad de seguir aprendiendo y conociendo. Es verdad que me he dedicado a este campo y que llevo colaborando bastante tiempo con la Fundación Lux Mundi. Incluso mis estudios han ido enfocados por ahí, eso sí; pero me sigo sintiendo inexperto e ignorante en todos los campos. En unos días nos presentará su nuevo libro sobre ecumenismo, ¿dónde tendrá lugar? Será el 22 de septiembre, a las 19.30 horas, en el Rectorado de la UMA, en el Paseo del Parque. Lo he titulado “La Iglesia, sacramento universal de salvación. Convergencias y divergencias en el diálogo ecuménico” y tiene como base mi tesis, aunque actualizada y adaptada al público. La presentación la hará el cardenal Fernando Sebastián. ¿Dónde cree que está la necesidad o la urgencia de volcarse en el ecumenismo en nuestros días? Nuestra diócesis tiene una características muy especiales porque nos encontramos con cristianos de distintas confesiones y creyentes de otras religiones. Es una ciudad donde se une el turismo y la gente que viene y se queda a vivir. Eso ha hecho que nos encontremos un pluralismo religioso que hay que atender y del que hemos de ser conscientes incluso al enfocar nuestras tareas pastorales. La Diócesis de Málaga ha sido pionera en el campo del ecumenismo, gracias a la tarea del Padre Delius y, en estos últimos años, también del Padre Rodrigo, así como de la Fundación Lux Mundi. Para mí, la urgencia de esta tarea está en que es contradictorio vivir el Evangelio, profesar la fe en Jesucristo como Salvador del mundo y en la Santísima Trinidad, y hacerlo estando divididos. El gran escándalo, decía el Vaticano II en el Decreto “Unitatis Reintegratio”, es que aquellos que confesamos a un único Cristo, lo hagamos dividido, pues se convierte en un signo de contradicción para aquellos que nos ven desde fuera: ¿cómo estos que creen en el mismo Cristo, lo hacen desde posturas tan diversas y enfrentados entre ellos? Ésa es la gran urgencia: que quienes profesamos nuestra fe en el mismo Cristo, podamos anunciar el Evangelio unidos. ¿Y es posible? El gran objetivo del ecumenismo es que un día, todos aquellos que confesamos al mismo Cristo podamos sentarnos en una misma mesa: la de la Eucaristía, y hagamos nuestra unidad visible. Esto conlleva todavía un trabajo bastante serio, duro y a largo plazo. Lo que no quiere decir que no se hayan dado pasos porque, el camino del ecumenismo, desde que la Iglesia Católica entro en él, es muy joven tiene 50 años, desde el Concilio Vaticano II. Es cierto que hay una serie de retos en los que es importante que se vaya trabajando. ¿Cuáles serían? Para mí se convierte en un reto la tarea de la sensibilización, especialmente entre los cristianos católicos, de la necesidad del diálogo ecuménico. No por ser mayoría católica tenemos que vivir de espaldas a la cuestión del ecumenismo. Y que esta sensibilidad esté presente en todos los arciprestazgos, en las parroquias, entre los sacerdotes. Yo creo que sería ideal que, igual que existe un grupo de catequistas, de Cáritas o de pastoral de la salud, pueda existir un grupo que se preocupe por sensibilizar en la cuestión ecuménica y que la dimensión ecuménica esté presente en todos los campos de la pastoral. Con respecto a la catequesis, es importante que un joven o un niño pueda ver a un luterano, un anglicano o un ortodoxo, no como alguien ajeno a su familia, sino como parte de su propia familia, porque confesamos al mismo Cristo. Igualmente en la pastoral de la salud, a veces nos toca ir a visitar a enfermos que no son católicos, pero sí son cristianos, o en el campo de Cáritas, atendemos a nivel social a personas que no son de nuestra misma religión. Por todo ello, es importante que esté presente esta dimensión ecuménica y de diálogo interreligioso en todos los campos de la pastoral. También es importante también que nos acostumbremos a rezar juntos, incluso a conocer la liturgia de otras confesiones cristianas, porque todo es enriquecedor: es lo que se llamó el ecumenismo espiritual. A mí todavía me llama la atención cuando hay cristianos que preguntan qué es el ecumenismo, pues, desde el Concilio Vaticano II estamos trabajando este tema. Fue Juan XXIII el que, con un deseo de alcanzar la unidad de los cristianos, convocó el Concilio Vaticano II, que era uno de los grandes objetivos del Concilio. Podría seguir diciendo que otro de los retos es que exista un acercamiento afectivo, y al mismo tiempo práctico y efectivo, entre los distintos cristianos, entre quienes profesamos la fe en Jesucristo. Creo que son muchos retos los que se plantea el ecumenismo en nuestra Diócesis, en la que, gracias a Dios, contamos con mucho trabajo que se ha ido haciendo, a través del Padre Delius, el Padre Rodrigo, la Fundación Lux Mundi y tanta gente que ha trabajado ahí. Yo creo que a esto es a lo que nos sumamos, en este caso yo como nuevo delegado de Ecumenismo, a toda la tarea que se viene haciendo, agradecidos por todo lo que han hecho y dispuestos a aportar nuestro granito de arena. Trabajamos en un campo que ya está arado, yo no empiezo nada ni empieza la historia conmigo.