
Uno de los muchos maestros sabios, o sabios maestros, que han pasado por mi vida me dejó un legado vital del que he obtenido un excelente rendimiento. Especialmente en los momentos difíciles. Es decir siempre.
Me manifestaba que tenemos que tener muy en cuenta la valoración de las circunstancias a analizar en tres grandes grupos: accesorias, importantes y esenciales. Las accesorias suelen ser momentáneas y más o menos superables; las importantes son difíciles de realizar y para conseguirlas tenemos que poner nuestra memoria, nuestra inteligencia, nuestra voluntad y… un poco de suerte. Pero las esenciales -las podemos considerar como vitales- precisan de algo mucho más importante: el corazón.
Tengo una sensibilidad especial con “Los Asperones”. Esa herida abierta en la ciudad de Málaga –que por cierto, no es la única- que como decía aquel político sobre la guerra del golfo “es distante y distinta”. Nunca se incluye como proyecto estrella en los programas electorales. Por allí no pasa ninguna procesión. Se camina de puntillas sobre las soluciones que permitirían su desaparición. Se tiene en la trastienda de nuestra vida ciudadana como si de una enfermedad vergonzante se tratara. Y lo peor es que lo es. Allí solo acuden los de siempre.
Para mí, es accesorio el investigar el porqué, el para qué o el cómo se llegó a esta situación que perdura a lo largo de las décadas. Es importante el analizar la situación actual e intentar darle una solución. Pero sobre todo, sobre todo, es esencial mirar hacia el futuro.
Así lo han entendido esos maestros, esos educadores, esos psicólogos, esos voluntarios de Mies y de otras muchas asociaciones, esa Cáritas parroquial de San Fernando, etc., que se han reunido para contemplar la luz de futuro que emana ese muro cuajado de estrellas (veinticuatro) que representan a jóvenes de esa barriada que han obtenido el título de graduado en secundaria en los último cuatro años.
Son veinticuatro jóvenes que influirán en su familia y en su ambiente desde una formación positiva que, desgraciadamente, no consiguieron sus mayores. Ahora la sociedad malagueña tiene que poner el resto. Para mi esto es esencial.
Y es muy importante que desde la sociedad civil, especialmente la Iglesia Católica, invitada evangélicamente de una forma especial para ello, impulsemos la desaparición de esa herida abierta en la ciudad de Málaga que lleva años esperando que le llegue la cirugía reparadora en forma de viviendas dignas, cultura y trabajo. Me comprometo a recordároslo de vez en cuando.
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Nº 2 | Nombre de usuario (08/01/2014 15:02)
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