NoticiaEntrevistas Misioneros de la Misericordia de la Diócesis de Málaga Publicado: 15/02/2016: 12828 Alfonso Crespo Hidalgo y Alejandro Pérez Verdugo, sacerdotes de la Diócesis de Málaga, han sido nombrados “Misioneros de la Misericordia” por el papa Francisco. «Estamos dispuestos a servir en lo que pida el Papa» Entre los casi 1.000 sacerdotes enviados por el papa Francisco como Misioneros de la Misericordia el pasado Miércoles de Ceniza, se encuentran dos de la Diócesis de Málaga: Alfonso Crespo Hidalgo y Alejandro Pérez Verdugo. Alfonso Crespo (1948), doctor en Teología Espiritual, es párroco de San Pedro, en Málaga. Alejandro Pérez (1969), doctor en Sagrada Liturgia, es párroco de Nuestra Señora del Carmen, en la Carihuela. Ambos son profesores en los Centros Teológicos de la Diócesis, entre otras tareas pastorales. El 11 de abril de 2015 firmaba el papa Francisco la bula de convocación del Jubileo Extraordinario de la Misericordia, “Misericordiae Vultus”, en la que hacía público que: «Durante la Cuaresma de este Año Santo tengo la intención de enviar los Misioneros de la Misericordia. Serán un signo de la solicitud materna de la Iglesia por el Pueblo de Dios, para que entre en profundidad en la riqueza de este misterio tan fundamental para la fe. Serán sacerdotes a los cuales daré la autoridad de perdonar también los pecados que están reservados a la Sede Apostólica, para que se haga evidente la amplitud de su mandato. Serán, sobre todo, signo vivo de cómo el Padre acoge a cuantos están en busca de su perdón. Serán misioneros de la misericordia porque serán los artífices ante todos de un encuentro cargado de humanidad, fuente de liberación, rico de responsabilidad, para superar los obstáculos y retomar la vida nueva del Bautismo». ¿Cómo recibieron este nombramiento como Misioneros de la Misericordia? En nuestro caso, el proceso ha sido el mismo. Cada uno recibimos una carta del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización, en la que se nos preguntaba por nuestra disponibilidad para ser misioneros de la misericordia. Cada uno respondió que estaba disponible a lo que la Iglesia Universal le pidiera. Y al cabo de los días, recibimos la confirmación del nombramiento, tras ser consultado el Sr. Obispo, D. Jesús Catalá y dar su visto bueno. El martes pasado, tuvimos un encuentro en Roma con el Santo Padre y el Miércoles de Ceniza, concelebramos la Eucaristía con el Papa, quien nos envió a la nueva misión durante este Año de la Misericordia. Birmania, Líbano, China, Corea del Sur, Tanzania, Emiratos Árabes, Israel, Burundi, Vietnam, Zimbabwe, Letonia, Timor Este, Indonesia, Tailandia, Egipto son algunos de los países de los que el Papa ha elegido Misioneros de la Misericordia. También habrá sacerdotes de rito oriental. ¿Qué sintieron cuando recibieron la carta del Pontifico Consejo? Alejandro: Lo primero fue sorpresa, después alegría, por poder colaborar directamente con el Santo Padre en esta preciosa tarea. Y, por otro lado, también responsabilidad. Alfonso: Lo primero fue dar mi sí a la petición de disponibilidad, subrayando siempre que tengo una serie de tareas en la diócesis que no puedo descuidar. Yo estimo que este año puede ser un Año de Gracia y todos tendríamos que poner el máximo de colaboración para llevarlo adelante. Por otra parte, pienso que, cada sacerdote que viva su sacerdocio con plenitud, debe ser este año un misionero de la misericordia, al margen de que a algunos nos hayan designado para prestar unos servicios concretos. ¿Cuáles serán las tareas del Misionero de la Misericordia? Alejandro: Tanto el Pontificio Consejo de Nueva Evangelización como la propia bula el Papa indican tres tareas. La primera de ellas, predicar sobre la misericordia. La segunda, las posibles misiones populares que puedan organizarse. Y la tercera, que es fundamental, el sacramento de la reconciliación, con la posibilidad de perdonar los pecados reservados a la Santa Sede, con el margen de validez que tiene este nombramiento hasta finalizar el Año de la Misericordia, el próximo 20 de noviembre. Estaremos dispuestos a todo lo que nos pidan, con las limitaciones propias de nuestra tarea diocesana. Alfonso: El Papa lo dejaba claro en el número 18 de la bula “Misericordiae vultus”. Se trata de hacer presente, de una manera más viva, una realidad que está en la Iglesia: la misericordia. Se concreta en esos tres puntos que ha destacado Alejandro. Destacando, sobre todo, el animar el sacramento de la reconciliación. ¿Serán Misioneros de la Misericordia en la Diócesis de Málaga? Alfonso: Allí donde nos reclamen y podamos ir por disponibilidad. Particularmente, ya participé, hace quince días, con una conferencia en un Congreso Jubilar en Roma, donde tendré que volver varias veces. También a Ávila, Santiago de Compostela y Milán, por ahora. Y charlas cuaresmales en el arciprestazgo y en algunos pueblos de la diócesis. Gracias a la ayuda de los hermanos sacerdotes, lo iremos compaginando con el servicio a nuestra parroquia. En la bula “Misericordiae vultus” se les define como «signo de la solicitud materna de la Iglesia por el Pueblo de Dios» y «signo vivo de cómo el Padre acoge cuantos están en busca de su perdón». Alejandro: Como lo plantea el Papa, la tarea de perdonar los pecados como signo de solicitud materna de la Iglesia, es trasladable a cualquier sacerdote, en cualquier confesonario del mundo, que esté viviendo su ministerio con normalidad. No es algo distinto a lo que venimos haciendo, cuando una persona se pone delante del confesor para recibir el perdón de Dios. Pero, es verdad que el misionero de la misericordia, durante este año, va a subrayar ese signo de la misericordia de Dios que es la Iglesia en medio de nuestro mundo. Quién en este mundo no se siente débil y atacado por el propio pecado. La Iglesia, durante este Año de la Misericordia, quiere poner de manifiesto ese valor impresionante que viene de Dios para todos los hombres, mediante los misioneros. También os define como «anunciadores de la alegría del perdón». Alfonso: Quizás pueda servir este año para reformular una pedagogía de la confesión. Mucha gente no se confiesa por malas experiencias anteriores e incluso porque no saben confesarse. Te encuentras mucha gente que te dice «padre, ¡ayúdeme usted, porque no sé confesar!». ¿Cómo se tomaron vuestros feligreses la noticia? Alejandro: Les expliqué que iba a ausentarme en los próximos días y el motivo. En qué consistía lo de ser Misionero de la Misericordia, explicándolo con humildad y sencillez, y les pedí que rezaran para que pudiéramos ejercer bien este ejercicio a la Iglesia. Ellos se alegraron por su párroco y por la parroquia. Es un momento importante en la vida de uno, como sacerdote, y también en la vida de la parroquia. Alfonso: Yo se lo comuniqué justo el fin de semana anterior al Miércoles de Ceniza. Unas semanas antes, estuve en Roma y tuve un encuentro breve con el Papa, quien me encomendó que bendijera a la comunidad parroquial en su nombre, y eso fue lo que hice, saludar y bendecir a la comunidad en nombre del papa Francisco. E invitar a todos a pedir por toda la labor de este Año de la Misericordia, especialmente para que el Señor conforte la labor del Papa. Para ustedes, ¿qué está significando este Año de la Misericordia? Alfonso: Para mí, desde que lo anunció el Papa, ha sido un desafío y un deseo de poner al servicio de esta tarea eclesial los dones que yo pudiera tener. Eso me animó a escribir el libro "La entrañable misericordia de nuestro Dios", del que se ha publicado su tercera edición. Además, cuando me han invitado a participar en distintos congresos, charlas o conferencias fuera de Málaga, he intentado estirar mi tiempo para poderlo hacer, porque creo que es un tema que puede ayudar a muchísimas personas, especialmente a los que se sienten más débiles y rotos interiormente, a los más alejados, a aquellos que Dios concede su primera misericordia, que son los pobres: no sólo los que no tienen dinero, sino los que no tienen esperanza, ni ánimo, ni la gracia de Dios, que es la gran pobreza. Alejandro: Yo me siento embarcado en un tiempo bonito, un tiempo de la misericordia. Me uno a la Iglesia y lo intento vivir desde la parroquia, sobre todo en la atención, especialmente, a los que están más necesitados, como una manifestación de esa misericordia de Dios que quiere llegar a todos los hombres. Es una oportunidad muy bonita para colaborar en que los brazos de Dios Padre puedan alargarse de tal modo que alcancen a todos los hombres, especialmente a los que más lo necesitan. Por otro lado, los compromisos que tengo asumidos para hablar sobre la misericordia, pues que sean también un esfuerzo especial de colaboración y de servicio a la Iglesia, que bien merece la pena. ¿Qué consejos nos dedican a los seglares en este Año de la Misericordia? Alejandro: Tres cosas. La primera, no desaprovechar la oportunidad de hacer la peregrinación, donde se pueda, hasta alcanzar la Puerta Santa. Creo que es un paso importante pues, más allá del hecho exterior de atravesar una puerta, se trata de descubrir o redescubrir el significado de dejarse alcanzar por la misericordia de Dios al atravesarla y entrar en esa sintonía con la Iglesia. En segundo lugar, vivir el año litúrgico (que ofrece muchas posibilidades) desde esa perspectiva de la Misericordia y acudir a las charlas y medios formativos que se nos ofrezcan. Y, en tercer lugar, practicar el sacramento de la misericordia de Dios, el del perdón. Y una cosa más, aunque sea la cuarta, para quienes no lo hayan hecho todavía, echarle un ojo a la bula “Misericordiae vultus” del Papa. Alfonso: Yo recomendaría que vivan una intensa cuaresma, que desde el Miércoles de Ceniza se pongan en camino hacia la Pascua de la Resurrección y, a lo largo de esos 40 días, intensifiquen la vivencia de la misericordia, se acerquen a una mejor formación sobre la misericordia, celebren el sacramento de la penitencia y, sobre todo, trasladen a su ámbito familiar toda la riqueza de la misericordia. Ojalá que todos los hogares fueran hogar de misericordia y escuela de perdón y que lleven a la propia realidad de cada día el misterio profundo de la gracia de Dios que se derrama en misericordia para todos aquellos que la necesitamos.