DiócesisHomilías Mons. Dorado

Domingo V de Pascua

Publicado: 24/04/2005: 1155

S. I. Catedral. Domingo V de Pascua Ciclo A.

            1.- La figura de Jesús de Nazaret continúa seduciendo a quienes leen sin prejuicios los Santos Evangelios.

            Su profunda humanidad, su amor a los marginados y a los pobres, su libertad para denunciar las injusticias y su coherencia de vida, son rasgos que le convierten en una persona excepcional. Pero Él no era un profeta ni un reformador social ni una especie de maestro. Era mucho más que todo esto. En un documento titulado “Dominus Iesus” (“Jesús es el Señor”), la Congregación para la Doctrina de la Fe de la Santa Sede, que presidía entonces el actual Papa Benedicto XVI, quiso proclamar solemnemente la fe de la Iglesia en la unicidad y la universalidad salvífica de Jesucristo y de su Iglesia en un mundo caracterizado por el relativismo. Jesucristo es el Salvador Único y el Salvador absoluto.

            En el Evangelio de hoy, Domingo V de Pascua, Jesús dice unas palabras misteriosas que sólo se comprenden cuando se encuentra la fe: “Yo soy el Camino y la Verdad y la Vida”, les dice a sus seguidores. Sólo Él puede decir eso. Todos los demás pueden mostrar partes del Camino, de la Verdad y de la Vida, peo no son el Camino.

            2.- Jesucristo es el Camino, porque nos descubre quién es Dios y nos lleva al corazón de Dios. En Jesucristo están ensamblados Dios y el hombre. En Él el hombre ha encontrado sitio en Dios. Mediante su amor al hombre, su libertad soberana y su entrega a todo el hombre, Jesús nos muestra el rostro de Dios Padre. Es el Hijo Unigénito y nadie ha visto al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. “Quien me ha visto a Mi, ha visto al Padre”. Por eso, amarle y seguir sus huellas es estar encaminados en la difícil tarea de encontrar un sentido a la existencia; en la tarea de ser hombres y mujeres que saben de donde vienen y hacia donde se encaminan.

            3.- Él es también la Verdad. No porque nos enseñe muchas cosas sino porque nos descubre qué es el hombre y en qué consiste ser personas verdaderas. Con palabras del Vaticano II, “el misterio del hombre sólo se esclarece a la luz de Jesucristo”, Dios y hombre verdadero. Porque Él nos dice que hemos sido creados por Dios Padre y que el fin de la existencia humana no consiste en almacenar riquezas ni acaparar placeres ni poder. Sólo quien encuentra a Dios y sigue sus Bienaventuranzas ha descubierto la respuesta a las graves cuestiones que nos plantea el hecho mismo de existir.

            4.- Y él es la Vida verdadera, ésa que vale la pena, porque consiste en amar a Dios y al hombre. Nos lo dice la Primera Carta de San Juan, cuando afirma que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos. Pues quien no ama permanece en el vacío y en la muerte, pero quien ama de veras y de forma gratuita, descubre la grandeza y la alegría de vivir.

            “¡Qué conmoción sacudiría al mundo si leyéramos un día en la prensa: “se ha descubierto una hierba medicinal contra la muerte”. Desde que la humanidad existe se ha estado buscando tal hierba!”, decía el papa Benedicto XVI en una meditación para el día de Pascua el año 1978. Y añade: “La Iglesia nos anuncia hoy con triunfal alegría: esa hierba medicinal contra la muerte se ha encontrado ya. Existe una medicina contra la muerte y ha producido su efecto: Jesús ha resucitado y no volverá ya a morir. Todos nosotros podemos sentirnos cristianos con Cristo e inmortales”.

            5.- Son afirmaciones sorprendentes que sólo se entienden desde la fe. Esa fe que nos pide a cada uno, cuando dice: “No perdáis la calma. En la casa de mi Padre hay un lugar para todos. Creed en Dios y creed también en Mi”, porque un día“volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros”.

+ Antonio Dorado Soto,

Obispo de Málaga

Autor: Mons. Antonio Dorado Soto

Más artículos de: Homilías Mons. Dorado
Compartir artículo