DiócesisHomilías Mons. Dorado

Fiesta de la Merced (Mercedarias)

Publicado: 24/09/2005: 1269

Virgen de la Merced

Málaga, 24 de septiembre de 2005

Casa Sacerdotal, Religiosas Mercedarias

            1.- El nombre de Santa María de la Merced sonó por vez primera en el Mediterráneo en el siglo XIII. Eran siglos de fe y de lucha. El Sur y el Levante de nuestra Patria estaban en poder de los árabes. Los corsarios y sarracenos abordaban los barcos, desembarcaban en las costas y hacían cautivos a sus habitantes.

            Alfonso X el Sabio llamó cautivos a “aquellos que caen en prisión de hombres de otra creencia”.

            Entre las diversas iniciativas de almas generosas y caritativas destacan San Pedro Nolasco, devotísimo de la Virgen Santísima, que se le apareció el año 1218 y le animó a fundar una Orden Religiosa bajo el título de Santa María de la Merced, que quiere decir Misericordia, Gracia, Caridad. Buscaban la redención total de las personas: corporal y espiritual.

            2.- Quinientos años más tarde, en el año 1878, Dios hace surgir en su Iglesia otro hombre, profeta de la ternura y de la misericordia de Dios, que supo morir y vivir por su causa, que se comprometió en la vivencia de un servicio redentor de la Caridad, como camino hacia la regeneración del ser humano y de las estructuras donde éste se desenvuelve: éste era el gran sueño del fundador de otra Congregación Religiosa de Mercedarios de la Caridad, el hoy Beato Juan Nepomuceno Zegrí y Moreno, un hombre que “pasó haciendo el bien”.

            Un hombre nacido en Granada, hijo del Dr. Zegrí, entroncado con los árabes, con la nobleza islámica, convertido al catolicismo en el siglo XV, a partir de la reconquista por los Reyes Católicos.

            Su principal aspiración para la Congregación era “curar todas las llagas, remediar todos los males, desterrar todas las necesidades, enjugar todas las lágrimas, no dejar, si posible fuera, en todo el mundo, un solo ser humano abandonado, afligido, desamparado, sin educación religiosa y sin recursos”.

            3.-  Vivir el carisma legado por el Beato Zegrí, significa entregar la vida cotidianamente “para bien de la humanidad, en Dios, por Dios y para Dios”.

            Los dos grandes pilares de la espiritualidad, como aparece en ese lema, son “la Pasión por Dios y la Pasión por el hombre”, que tenían su fuente y su alimento en la Eucaristía y en Nuestra Señora de la Merced a quien llamaba “su sin igual Madre y protectora”.

            Así nace un nuevo carisma en la Iglesia. Lo describe él con estas palabras:

“Siendo canónigo, provisor y Vicario de la diócesis de Málaga, lleno de fe y de esperanza y con la única aspiración de obtener, por la práctica de la caridad, mi santificación y salvación eterna, fundé en dicha ciudad de Málaga en marzo de 1878 la Congregación Española de Religiosas “Hermanas de la Caridad de la Bienaventurada Virgen María de las Mercedes”, consagrando a la grande y piadosa obra mi inteligencia, mi laboriosidad, intereses materiales y cuanto ha estado a mi alcance

4.-Vivir el carisma legado por el P. Zegrí significa entregar la vida cotidianamente “para bien de la humanidad, en Dios, por Dios y para Dios”.

La pasión por Cristo Redentor y la devoción a Santa María de la Merced configuran la vida cotidiana de cada hermana, que desee hacer realidad el legado recibido, viviendo, con la fuerza de la Eucaristía, las Obras de Misericordia espirituales y corporales:

  • queriendo al otro como es
  • afrontando con alegría las dificultades
  • haciéndose encontradizo con el que sufre
  • buscando con afán al descarriado
  • manteniéndose en pie junto al desamparado
  • acogiendo con ternura al que viene
  • sirviendo con alegría
  • y esperando contra toda esperanza.

+ Antonio Dorado Soto,

Obispo de Málaga

Autor: Mons. Antonio Dorado Soto

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