Publicado: 06/01/1998: 1108

 Epifanía, año 1998

            1.- Celebramos la Fiesta de la Epifanía de Jesús. Epifanía es una palabra griega que quiere decir “manifestación espléndida” de lo que estaba oculto.

            En la Oración Colecta tenemos una síntesis precisa del Misterio que celebramos: la revelación, la manifestación de la voluntad universal de salvación, por parte de Dios, respecto a todos los hombres.

“En el día de hoy revelaste a tu Hijo Unigénito a los gentiles, conducidos por la estrella”.

            El Niño nacido en Belén es Dios, es Rey de todos los pueblos. En Él se nos revela, como dice San Pablo, que “Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la Verdad”.           

            2.- Los Magos o sabios de Oriente no pertenecían al pueblo de Israel, al que se consideraba exclusivamente Pueblo de Dios. Eran extranjero, paganos; lo que llamaríamos hoy “gente alejada”.

Dios se manifiesta a los Magos por medio de una estrella; les salió al encuentro en lo que era su trabajo habitual: la contemplación del cielo estrellado. En el Evangelio aparece la “condescendencia” sin límites de Dios que sabe hablar a los hombres de cada cultura en su propio lenguaje.

            A esta vocación misteriosa de Dios responden los Magos con unas actitudes que personifican la “fe en camino”. El episodio de los Magos es una parábola sobre el camino que lleva de la increencia a la fe. En sus gestos es fácil descubrir las actitudes que van llevando al ser humano a descubrir la luz y a  caminar a su resplandor. El Evangelio señala las siguientes:

  • se pusieron en camino, y mantienen la esperanza sin permanecer en su tranquilo acomodo. “Caminemos con esperanza. Un nuevo milenio se abre ante la Iglesia como un océano inmenso en el cual hay que aventurarse contando con la ayuda de Cristo” (NMI, 58).
  • Preguntaron cuando se encontraban perdidos. Porque eran sabios sabían que no lo sabían todo,
  • cayeron de rodillas ante el misterio, con humildad
  • le adoraron, es decir: reconocieron la majestad del Único. Sólo Dios es Dios. Y de ahora en adelante no saben adorar a nadie más que a Él,
  • le dan todo lo que tienen y todo lo que son. Los dones que presentaron al adorar al Señor eran signo de la entrega de ellos mismos, de su propia vida.

+ Antonio Dorado Soto,

Obispo de Málaga

Autor: Mons. Antonio Dorado Soto

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