DiócesisHomilías Mons. Dorado

Domingo IV de Adviento

Publicado: 19/12/2004: 1017

 IV Domingo de Adviento, ciclo A

Año 2004

            1.- Las lecturas de la Palabra de Dios de este cuarto Domingo de Adviento son una renovada profesión de que Dios existe y es importante destacar este primer aspecto en una situación cultural y social en la que predomina el silencio sobre Dios. En tiempos aún recientes todo el entorno cultural nos hablaba de Dios y del Evangelio. Pero la novedad del momento presente en que vivimos es que apenas existen cauces por los que llegue a las nuevas generaciones el anuncio de Dios, el Evangelio de Jesucristo y la invitación a acoger su presencia. Hay un denso silencio sobre Dios en la cultura, en el hogar, en la enseñanza y en los medios de comunicación social. Lo llama el Papa “eclipse de Dios”.

            2.- El primer rasgo del cristiano es poder decir de verdad: “Yo creo en Dios”, “Dios existe”. Pero ser cristiano no sólo consiste en creer que Dios existe; imaginar “Algo” que desde una lejanía misteriosa da origen y sostiene la creación entera. La fe cristiana se enraíza y fundamenta en una afirmación sencilla y escandalosa: “Dios ha querido hacerse hombre”. Ser cristiano es descubrir con gozo que “Dios está con nosotros”. Intuir desde la fe que  Dios está en el corazón de nuestra existencia y en el fondo de nuestra historia humana, compartiendo nuestros problemas y aspiraciones, conviviendo la vida de cada hombre.

El Hijo de Dios, Jesucristo, que es Dios y hombre verdadero, tiene por nombre “Enmanuel”, que significa “Dios con nosotros” (Cf. La Primera Lectura, la Segunda y el Evangelio: “Dios está con nosotros”). Y en el Credo se dice que “fue concebido por obra del Espíritu Santo y nació de María la Virgen”.

            3.- Y añaden las lecturas de hoy otro dato muy importante. Y es que“Dios está con nosotros para salvarnos:

  • para salvar al pueblo de Israel frente a las amenazas de los pueblos vecinos (Acaz que busca la alianza con los asirios…).
  • y en las palabras del Ángel a José: “… tú le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de los pecados”.

Jesús es signo y realidad de lo que la palabra significa en hebreo: “Dios salva”. Dios está con nosotros para salvarnos.

Este gesto de Dios que se solidariza con los hombres y comparte nuestra historia, es el que sostiene, en definitiva, nuestra esperanza cristiana. Nuestros esfuerzos y nuestras luchas no pueden terminar en fracaso definitivo. Dios ha querido ser uno de nosotros y ya no puede dejar de preocuparse de esta historia nuestra en la que se ha encarnado y a la que Él mismo pertenece.

            Desde entonces, como decía Camús: “en el hombre hay más cosas dignas de admiración que de desprecio. Por eso la Navidad cristiana es una sinfonía de Amor, Alegría y gratitud en torno al nombre y presencia de Jesús, nacido en Belén de la Virgen María”.

            4.- Por último, la virginidad de María, que José acepta con fe, significa que en el punto de partida de la existencia del Niño ha intervenido el Espíritu Santo.

            La presencia de Jesús constituye la Iglesia.

+ Antonio Dorado Soto,

Obispo de Málaga

Autor: Mons. Antonio Dorado Soto

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