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II Centenario de la Proclamación de la Virgen de Gracia, patrona de Archidona

Publicado: 12/09/2004: 1977

II Centenario de la proclamación de la Virgen de Gracia, Patrona de Archidona

Archidona, 12 de septiembre 2004

1. Queridos vecinos de Archidona y de la Comarca. Queridos archidonenses que vivís
en otros lugares, puntuales siempre a la fiesta de la Madre de Dios, la Virgen de Gracia.
Queridos devotos de la Patrona de esta ciudad.

Deseo compartir esta tarde el permanente amor a la Madre de Dios que os
inculcaron vuestros mayores. Desde pequeños habéis subido al Monte donde está el
Santuario para rezar el Ave María o la Salve. La procesión contó siempre con vuestra
presencia, vuestro rezo y vuestro canto. Vuestros hijos fueron presentados a la imagen de
la Virgen de Gracia, vuestros jóvenes renovaron su promesa matrimonial, y ante la
imagen de la Patrona se oyó siempre la oración por vuestros seres queridos que habían
fallecido.

Nos reunimos para celebrar la Eucaristía con motivo del DOSCIENTOS
ANIVERSARIO de la proclamación de la Virgen de Gracia como Patrona de Archidona.
Dos siglos de patronazgo de la Virgen que se ha mantenido en circunstancias agradables
y en  momentos difíciles de la historia de Archidona.

La Virgen hizo posible la reconciliación, el amor y la ayuda entre miembros de la
misma  familia, entre vecinos, entre personas de distinta ideología. También entre los
miembros de las Asociaciones y Hermandades de la Parroquia cuando debieron superar
las explicables tensiones de toda convivencia. La Virgen hizo posible el esfuerzo
compartido, especialmente cuando se trata de la caridad, del servicio a los más pobres.
Y a este servicio aunado os continúa convocando.

Se que la Virgen de Gracia está muy enraizada en vuestro corazón. Que en cada
casa preside un cuadro de Ella y es recuerdo permanente ante las situaciones difíciles que
surgen. La enfermedad del hijo, el problema del adolescente o del joven frente al cual no
sabemos que postura adoptar, el amor que se inicia y se hace matrimonio de los hijos, el
dolor de la ancianidad que anuncia el fallecimiento de los padres.

Siempre hay una mirada a la Virgen de Gracia para que interceda, como lo hizo
en las Bodas de Caná, a su Hijo con el fin de que conceda la fuerza necesaria para que
crezcamos en actitud de servicio y de esperanza que anima y ayuda a mirar hacia el cielo.

Hoy decimos, Feliz Archidona porque amas a la Virgen, bajo la advocación bíblica
de GRACIA. Ella, como le dijo el Angel, está llena de Gracia y quiere que nosotros
también acojamos la Gracia de su Hijo Jesucristo.


2. Mas la Virgen de Gracia no es sólo la Madre de Dios que escucha la oración de sus
hijos. Ella es también modelo a imitar.

El Prefacio que rezaremos en la Eucaristía, al comienzo de la gran plegaria, señala
el perfil evangélico de María Santísima, de la Virgen de Gracia.

Ella es Virgen oyente que escucha con gozo las palabras de Dios y las medita en
su corazón. ‟Ella guardaba todo en su corazón‶ nos dice el Evangelio. Y porque escucha
al Angel Gabriel que se le hace presente como enviado de Dios, oirá el mensaje: ‟El
Espíritu te cubrirá con su sombra y el santo que nacerá de Ti, será grande, será hijo del
Altísimo‶. A lo que la Virgen responde: HAGASE EN MI LA PALABRA DE DIOS.

En estos momentos de tantas ideologías, de hombres y mujeres que caminan  por
la vida sin el sentido de Dios porque es ignorado o  negado, la Virgen nos enseña a vivir
de la Palabra de Dios que nos indica el camino que no es otro que la vida y las palabras
de su Hijo Jesús.

Archidonenses, abrid vuestros oídos y vuestro interior a la Palabra salvadora de
Dios. Ella hace felices y libres. Ella nos enseña cómo debemos ser, cómo nos debemos
comportar. Cómo nuestra mirada debe dirigirse a Dios de forma permanente y no sólo en
ocasiones de urgencia o de gravedad. Junto a la Virgen de Gracia en cada casa debe estar
de forma permanente la Palabra de Dios, la Biblia.

Y después del rezo a la Virgen María, una lectura breve de la Palabra Santa nos
señalará la manera de vivir cada día, los criterios y valores de Jesús, ante la vida y la
muerte, ante la salud o la enfermedad, ante el trabajo, el éxito o el fracaso, la soledad o
la compañía.

Ella es Virgen orante. La Virgen rezó, primero con los salmos que le enseñaron
sus padres. Después de ser Madre con las palabras de Jesús. Oró con las palabras que le
brotaban de su corazón y que se dirigían a su Hijo: ‟Haced lo que El os diga‶.

Para vivir como cristianos, como verdaderos devotos de la Virgen, necesitamos
orar. En el templo o en la casa y aunque os parezca difícil en el mismo trabajo. Será
oración breve, pero intensa.

Padres, enseñad a rezar a vuestros hijos. Jóvenes, parejas de novios, con
frecuencia dirigid vuestra mirada a la Virgen, a Jesucristo. Decidle lo que cada uno
quiera, o rezad un Ave María o, sencillamente, callad ante la imagen de la Madre de
todos. Y decidle, a lo mejor sin palabras, que le queréis, que deseáis ser como Ella quiere
que seáis, como su Hijo Jesús. Esposos y esposas, orad juntos, en vuestra casa, en el
Santuario, en la Parroquia. Rezad por vosotros, por vuestra fidelidad, por vuestros hijos.
María oró, también vosotros, es fuente de esperanza.

Ella es Virgen discípula. Siguió fielmente a Jesús y ya en el Cenáculo fue Madre
de la Iglesia, de la comunidad de los creyentes y colabora en la obra salvadora del Señor.




Al contemplarla debe renacer en nosotros, en vosotros, devotos de la Virgen de
Gracia, una actitud generosa de anunciar el Evangelio a otros hombres y mujeres. Hay
muchos que no conocen a Jesucristo, que no conocen ni aman a la Virgen, que ignoran
la Buena Noticia que Jesús nos ha traído, de que somos hijos de Dios, que El nos ha
salvado por su Muerte y su Resurrección y que vivimos hacia un más allá de plenitud, de
paz, como nos recordó el Papa Pablo VI en un precioso documento ‟La Evangelización
en el mundo contemporáneo‶.

Ser discípulos, como María, es ser testigos de Jesús y dedicar parte de nuestro
tiempo a decirles a las gentes, a nuestros vecinos, a nuestros compañeros de trabajo, a
nuestros familiares quien es Jesús, quien es la Virgen. Y hacedlo con nuestras palabras
y con nuestras obras, sin vergüenza alguna. Como si cada día fuera procesión presidida
por la Virgen de Gracia.

Ella es Virgen vigilante que, como reza el Prefacio, espera sin vacilar la
resurrección de su Hijo. La espera de la resurrección es el núcleo de la  fe cristiana. Cristo
ha resucitado, nosotros también estamos llamados a resucitar.

La vocación cristiana nos hace mirar hacia el cielo. Cristo Resucitado, María
asunta al cielo. Nuestros seres queridos, nuestros amigos y vecinos, también llamados a
resucitar por el poder salvador de Jesucristo. Mirar a la Virgen es contemplar el más allá
de la muerte.

El cristiano mira al presente como pasión, como ha dicho Juan Pablo II. Pero, al
mismo tiempo, ve el futuro con esperanza. La muerte no es la última palabra, es la
penúltima. Ante la promesa de salvación de Jesús, nosotros debemos hacer como la
Virgen María: vigilar para así estar preparados para cuando venga el Señor y nos presente
a Dios Padre. Allí viviremos con Dios para siempre y también con todos los seres
queridos convocados por la fe a la salvación.

Devotos de la Virgen de Gracia, reforzad vuestra fe en la resurrección. No estamos
llamados a la destrucción, sino a la vida para siempre. Como dice la Liturgia, al ‟lugar
de la luz y de la paz‶.

La Virgen de Gracia, Patrona de Archidona desde hace doscientos años, os
contempla con amor de Madre y os dice que os quiere mucho y bien, que desea para estos
tiempos difíciles para la fe, reforcéis vuestra vida cristiana mirándola a Ella que es Virgen
oyente, Virgen orante, Virgen discípula, Virgen vigilante. Con cuánta seguridad podemos
caminar según el Evangelio sabiendo que Ella nos ayuda, que Ella intercede, que Ella es
Patrona.

Virgen de Gracia, ruega por Archidona, ruega por la Iglesia Diocesana de Málaga,
ruega por todos nosotros.
 

Autor: Mons. Antonio Dorado Soto

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